Una mujer que se ama no necesita que le hagan cumplidos, que le digan lo bien que se ve o lo hermosa que ve…
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Ella sabe que es hermosa y sabe que se ve bien pues se arregla para ella, porque le encanta verse al espejo y que el reflejo le regale una sonrisa y no una crítica.
Se viste, se peina, se maquilla o se deja la cara lavada, porque es feliz con ella, no porque busque complacer la mirada de otros.
La mujer que se ama es segura de sí misma así que no pretende agradar, ella es como es y se mira así misma como una obra de arte en constante mejora.
Sabe sus demonios y sus paisajes más oscuros, sabe sus defectos y no los niega, pero pretende trabajarlos.
Así, aunque se sabe imperfecta, se valora, se siente hermosa, inteligente, sencilla, auténtica y única.
Por ello, no necesita que alguien la apruebe…
No necesita que alguien le diga que es hermosa, pues se sabe hermosa…
Una mujer que se ama no necesita verse hermosa, lo que le importa es sentirse hermosa siendo ella misma.
Tampoco espera que alguien le reconozca sus logros, pues ella misma los nota y no subestima sus esfuerzos.
Sin embargo, aprecia el halago sincero de quien nota sus cualidades.
Aprecia los cumplidos de personas que notan su esfuerzo, mérito o belleza.
Personas que encuentran en ella inspiración o, al menos, una buena compañía, una persona entregada a la vida y que le gusta apreciar la belleza en cualquiera de sus manifestaciones.
Alguien que aplica la frase:
«La belleza está en los ojos de quien mira».
Ella no necesita un halago, un cumplido, pero agradece cuando viene de una boca bien intencionada y de alguien de buen corazón.
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