Durante meses me dijiste que debíamos terminar, que ya no eras feliz en la relación, que algo te hacía falta, pero al final nunca te ibas.
Eso sí, desaparecías por semanas y regresabas otra vez a mis brazos como si no hubiera pasado nada.
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La primera vez que mencionaste que ya no me amabas, algo en mí se rompió, tal vez fue mi corazón, el amor que sentía por ti o mi amor propio.
Te había dado todo, siempre te complací y parecía no ser suficiente.
Un día tomé la decisión de dejar de quererte, parecía fácil, pero no fue así. No quería tirar todo ese amor a la basura, no quería que te fueras de mi lado, deseaba rescatar la relación.
Sin embargo, tus actitudes rompían mis esperanzas de ganarme una vez tu corazón, estaba tan cansada de luchar contracorriente, así que dejé que todo fluyera, me deje llevar y me di cuenta de algo muy importante.
Visualicé mi vida sin ti y me sentí en paz con esa idea
Tontamente creía que tú eras la razón de mi felicidad, que sin ti no podía lograr nada, pero estaba en un terrible error.
Podía ser feliz sin ti, no te necesitaba en lo absoluto. A la única que necesitaba a mi lado era a mí misma.
Con el tiempo empecé a quererme y valorarme más, dejó de importarme si tú estabas conmigo o no, ya no me molestaba en rogarte un poco de cariño, si querías dármelo estaba bien y si no era así tampoco me importaba.
Puedo seguir adelante…
Ahora que tú ya te disté cuenta de que sí quieres estar a mi lado y quieres que te demuestre mi amor, tengo que decirte que yo ya no puedo ni quiero…
¡Adiós!
Y no, no es venganza, simplemente abrí los ojos, visualicé mi vida sin ti y luce espectacular.
Puedo seguir sin ti, puedo estar en paz conmigo misma y no necesito tus migajas de amor.
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