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5 lecciones que aprendí al salir con un patán

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¡Toma nota!

Durante años fui esa una mujer que decía que tenía mala suerte en el amor, creía que todos los hombres eran iguales y que necesitaba a alguien a mi lado para ser feliz.

Con el tiempo abrí los ojos y me di cuenta de que el verdadero problema era que siempre caía con la misma piedra, porque ya me había encariñado con ella.

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Sabía que esa persona no era la correcta para mí, pero me conformaba con lo poco que me daba, era tanta mi falta de mi amor propio que aceptaba migajas.

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Sin embargo, un día pude entenderlo y supe que necesitaba a algo mejor a mi lado y, aunque ya cerré ese capitulo en mi vida, aprendí mucho al salir con un patán.

Y como no quiero que a ti te pase lo mismo, te quiero compartir lo que aprendí al salir con un patán:

1. Con calma.

El amor nos hace cometer locuras, sin embargo, siempre debes ir con calma, no debes apresurar las cosas.

Si es para ti se quedará y será paciente. Es bueno ser extrovertida, pero no ir a ciegas y hacer cosas solo porque la otra persona quiere.

2. Aprendí a escuchar.

Mis amigas y hasta mi mamá me lo decían todo el tiempo “él no te conviene”, “no es para ti”, “no te vemos feliz”.

No las quise escuchar, porque creía que ellas no podían ver lo que yo sí, pero la situación era al revés, yo no veía lo que ellas.

Después de ese fracaso, siempre escucho atentamente los consejos de los demás y los analizó, sobre todo, porque vienen de personas que sí me aman.

3. Necesito respeto.

Para que una relación funcione el amor es importante, pero el respeto es primordial, tanto de mi parte como de mi pareja.

Es un valor esencial que siempre se debe demostrar.

4. Soy sincera.

Ya no tengo paciencia para perder mi tiempo con un patán, si alguien me quiere es bienvenido si no, que se vaya, ya no me hace falta.

Necesito a alguien que me valore y me quiera, aunque no soy perfecta soy sincera y creo que eso es más importante.

5. Fui cómplice.

No soy 100% culpable de que él fuera un patán conmigo, yo confié ciegamente en él y se aprovechó de eso.

Sin embargo, en cierto momento supe que estaba mal, que esa relación no era sana, pero no hice nada, permití que él siguiera con su juego y fui cómplice del dolor que me causó.

Ahora, no dejo en manos de otra persona mi felicidad, siempre lucho por lo que es bueno para mi y digo NO en el momento correcto.

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