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Lección de vida: Aprendí a dejar ir el día que me quise más a mí

Basado en hechos reales

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Lección de vida: Aprendí a dejar ir el día que me quise más a mí.

Lo que leerás a continuación está basado en hechos reales, su intención es ayudarte a tomar las riendas de tu vida y continúes tu camino con plenitud y amor propio.

¿Sigues leyendo o te da miedo el éxito?

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Aprendí a dejar ir el día que me quise más a mí

Hace tiempo lo entendí y te lo quier compartir…

Para dejar ir una pareja, una relación, una expectativa o un deseo súper arraigado, se necesita mucho amor propio.

No hay fórmula mágica, sólo trabajo interno y mucho compromiso con el bienestar propio.

Trabajar en nosotros mismos es complicado, requiere esfuerzo, nos enfrenta a panoramas que pueden doler, incluso, puede ponernos enfrente de nuestros demonios más internos, sin embargo, es lo principal para poder dejar ir una idea o una persona.

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Necesitamos entender que, si está ante nosotros esta situación de dejar ir es porque ya nos explotó en la cara lo que no quisimos atender hace tiempo y ahora, la única salida es la despedida.

No hay necesidad de sentirnos culpables, la vida se trata de eso, subidas y bajadas en las que necesitamos estar conscientes de lo que somos y lo que tenemos para poder desprendernos de lo que ya no camina a nuestro paso.

Para dejar ir se necesita aceptar que hay que decir adiós, pero esto no siempre se tiene que hacer con una ceremoniosa despedida, a veces, es sólo dejar de ver, dejar de hablarle, dejar de añorar y comenzar a extrañar.

Sí, extrañar es necesario, recordar es elemental, es sano, es parte de soltar lo que ya no está a nuestro lado.

No debemos tenerle miedo a la tristeza o al desahogo; Las lágrimas, la ira, la incertidumbre… Todo es normal y se debe sentir. Es parte del proceso y lo que nos queda es vivir ese proceso para poder superarlo.

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Shutterstock

Si nosotros, no dejamos ir, estamos aferrándonos a lo vacío, al pasado, a lo que nos opaca, nos roba energía y nos instala en la tristeza.

Sea como sea, lo que necesitamos dejar ir, nos soltó primero, y como ya no hay reciprocidad, ya no estamos en la misma frecuencia, no hay el mismo nivel de voluntad, entonces, se tiene que soltar.

De aferrarnos, de seguir en ese pensamiento, si nos negamos a dar la vuelta a la página, estamos, nosotros mismos, restándonos vida, amor propio, alegría, entusiasmo, energía… Sí, nosotros mismos nos encarcelamos a lo que ya no tiene futuro pues dejó de ser compartido.

El amor propio es lo que nos rescata, el querer estar bien… Ese trabajo nadie puede hacerlo por nosotros, así que superarlo es nuestro trabajo, pero también nuestro beneficio y un gran triunfo.

Nuestra felicidad, estabilidad y alegría no pueden ni deben estar en manos de nuestra compañía.

Es algo que nosotros debemos asumir, es nuestro compromiso darnos paz y amor para construir felicidad en nuestra individualidad.

Si la depositamos en las manos de alguien más, irá y vendrá según la otra persona entre o salga de nuestra vida y deja de ser NUESTRA, se la regalamos, se la dimos y quizá ni la pidió, además, ¿sabrá hacer buen uso de esa felicidad?

La mejor brújula para que nos oriente a la dirección que necesitamos ir, está en nuestro interior, es esa voz que nos puede aconsejar y que, a veces, olvidamos escuchar.

Ámate, date mucho amor, date el amor que quieres recibir de otras personas o por otras circunstancias. Es la única manera de dejar ir, cuando saber el valor que tienes.

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