advertisement advertisement
Buscar
  • Escribe al menos 3 letras para buscar.

«Los monjes zen», el cuento que te ayudará a soltar lo que te lastima

Una buena reflexión para poner las cosas en su sitio

Lee con atención

En ocasiones solemos aferrarnos a lo que nos hace daño, el dolor y la impotencia se adentran en nuestro interior y es difícil despedirlos.

Te recomendamos

7 señales de que vives una relación llena de cariño

Un hombre que vale la pena es aquel que lucha por ti todos los días

Cuando el amor duele: Aprendes y sigues o te frustras y sufres

Sin embargo, la siguiente reflexión de Jorge Bucay, será de ayuda.

En menos de 4 minutos, el psicólogo argentino, nos lleva en una historia que deja una reflexión muy abierta y seria para despedirnos de lo que nos hace daño.

Su trabajo como psicólogo está fundado en la Gestalt y es muy conocido en todo el mundo por sus mensajes de amor propio y trabajo individual.

«Los monjes zen»

El siguiente cuento se llama «Los monjes zen» y es una buena ayuda para cuando estamos luchando con nosotras mismas para dejar ir lo que no es para nosotras.

Advertisement

Puede ser una palabra, un amor, una acción… Lo importante es dejar de cargar lo que no nos corresponde.

¡Escucha el siguiente video!

Aquí el texto «Los monjes zen»:

Había una vez dos monjes zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio.

Cuando llegaron al río, vieron a una mujer que lloraba en cuclillas cerca de la orilla. Era joven y atractiva.

-¿Qué te sucede?, le preguntó el más anciano.

-Mi madre se muere. Está sola en casa, al otro lado del río, y yo no puedo cruzar. Lo intenté, siguió la joven, pero la corriente me arrastra y no podré llegar nunca al otro lado sin ayuda.

Pensé que no la volvería a ver con vida. Pero ahora… Ahora que habéis aparecido vosotros, alguno de los dos podrá ayudarme a cruzar.

-Ojalá pudiéramos, se lamentó el más joven. Pero la única manera de ayudarte sería cargarte a través del río y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto. Lo tenemos prohibido, lo siento.

– Yo también lo siento, dijo la mujer. Y siguió llorando.

El monje más viejo se arrodilló, bajó la cabeza y dijo: “Sube”.

La mujer no podía creerlo, pero con rapidez tomó su hatillo de ropa y subió a horcajadas sobre el monje.

Con bastante dificultad, el monje cruzó el río, seguido por el joven.

Al llegar al otro lado, la mujer descendió y se acercó al anciano monje con intención de besar sus manos.

-«Está bien, está bien», dijo el viejo retirando sus manos, «sigue tu camino».

La mujer se inclinó con gratitud y humildad, recogió sus ropas y corrió por el camino hacia el pueblo.

Lo monjes, sin decir palabra, retomaron su marcha al monasterio. Aún les quedaban diez horas de caminata.

Poco antes de llegar, el joven le dijo al anciano: “Maestro, vos sabéis mejor que yo de nuestro voto de abstinencia. No obstante, cargasteis sobre vuestros hombros a aquella mujer a través de todo lo ancho
del río”.

-Yo la llevé a través del río, es cierto. Pero, ¿qué te pasa a ti que todavía la cargas sobre tus hombros?

FIN

¿Con qué podemos quedarnos con este cuento?

El monje más viejo faltó a sus votos de castidad para ayudar a una mujer desesperada.

Sin embargo, quien parece haberlo hecho, pues le dio más importancia de la que tenía, fue el monje más joven.

La reflexión es evidente:

No cargues en tu espalda lo que no te pertenece, no lleves a cuestas lo que otros hacen o piensan.

Haz lo que puedas hacer para hacer el bien y no juzgues a otros.

Existe una frase popular que puede ir de la mano con esto: «Nadie sabe lo que hay en la olla más que la cuchara que la menea».

Así que mientras tengas claridad contigo, más franca sean tus intenciones con los demás, no tienes nada que temer ni a qué aferrarte…

¡Libérate! Deja ir lo que no es para ti, suelta lo que te hace daño o no te deja avanzar. ¡Sé feliz!

Estamos en Facebook, Instagram y Twitter.

Advertisement