Por muchos años fui esa mujer a la que le gustaban las cosas imposibles, que iba por todo y que le encantaban los retos difíciles, así fue como te vi a ti, mi amor favorito.
Tú eras el típico hombre que no quería nada serio, y yo era esa mujer que soñaba con cambiarte.
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Sabía que podía lograr que te enamoraras profundamente de mí, que con mi cariño, pasión y amor, tú serías el amor que siempre esperé.
Sin embargo, mi plan no salió como yo pensaba, tú estabas ahí conmigo, pero me “amabas a tu manera”.
Me querías, aunque no para un compromiso serio, era tu novia, pero no tu pareja. Estaba contigo, a medias.
Fuiste mi amor favorito, pero no eres el hombre indicado para mí
Tenías todas las cualidades que buscaba en un hombre, todo me atraía de ti; tu pasión, tu forma de ver la vida, tus ganas de salir adelante y hasta tus defectos me parecían encantadores.
Sin embargo, un día lo entendí, eras un reto más que tenía que superar.
No eras el hombre indicado para mí, pero sí eras la persona que me tenía que abrir los ojos.
Ya no quería más retos amorosos en mi vida, ya no deseaba convencer a un hombre de que yo era lo que necesitaba en su vida. Simplemente me di cuenta, de que necesitaba que me amaran a la buena.
Ya no quería más ataduras, inseguridades, heridas, ilusiones ni un amor a medias. Quiero todo, pero sin tener que exigirlo.
Tú fuiste ese hombre que me demostró que solo me estaba “queriendo” porque yo lo pedía y no porque lo sentías. Fuiste mi “amor favorito” porque me demostraste que merecía algo mejor.
Al terminar nuestra relación me sentí más viva, plena y feliz, porque ahora no estaba luchando contra viento y marea para que alguien me amara.
Estoy trabajando para amarme y respetarme a mí misma. Sí, aún sigo buscando al hombre indicado para mí, pero por ahora estoy bien así. Disfrutando de la lección que me dejó ese amor.
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