Me tardé en entenderlo, pero hoy, ya que todo pasó, lo veo con claridad. Había focos rojos, señales que debieron advertirme que él ya no quería estar conmigo y yo no supe verlo.
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Focos rojos… ¡Cuidado!
Esto fue lo que yo identifico que fue pasando antes de la separación.
1. Bajó la intimidad.
Aunque no se fue por completo, nuestro ritmo de intimidad bajó, si antes teníamos relaciones de 4 a 5 veces por semana, de un tiempo a la fecha era una, si bien me iba.
2. Estaba irritable.
Mi pareja estaba irritable, cambiaba su estado de ánimo sin que yo entendiera el porqué.
3. Se encerraba en sus cosas.
Se portó más egoísta que nunca, su trabajo, sus amigos, su familia… Todo giraba alrededor de él.
4. Era feliz al salir de casa.
Cuando tenía que salir de viaje por el trabajo o ir solo a algún lado, lo notaba alegre y de mejor humor cuando se enteraba que saldría o antes de irse.
5. Dejó de interesarse en mi sentir.
Cada vez fueron menos sus preguntas acerca de cómo me sentía, si había tenido un buen día, o si había dormido bien.
Mi error en esto fue…
¡Justificar! Yo justificaba sus acciones, pensaba cosas como: «está cansado», «está deprimido», «no tiene dinero», «no durmió bien», «está emocionado con su ascenso».
Ése fue mi error, ver los focos rojos y asumir/justificar que su actitud distante era por otras cosas y no porque se estaba distanciando física, emocional y sexualmente de la relación.
Lo mejor era hablarlo en su momento y de frente pero no lo hice porque no me imaginé la magnitud de lo que estaba pasando, así que si identificas algo así en tu relación, abre el diálogo, que no quede en ti.
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