Está bien trabajar en nuestra seguridad y en nuestra confianza, sin embargo, caer en el exceso de lo anterior nos deja mal paradas, nos convierte en personas ególatras, soberbias y poco agradables.
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Ante esto, queremos advertirte que, de comportarte con exceso de confianza, la gente percibe de ti lo siguiente:
1. Alzas la voz.
No por llamar la atención (o quizás sí) sino porque empiezas a exagerar en tu personalidad como resultado de no tener los pies puestos en la tierra, así que se te hace fácil o, incluso, no notas cuando tus aires de superioridad elevan el tono de tu voz.
2. No asumes sus errores.
Porque no se cree capaz de poder equivocarse, sólo ve el mundo desde su propia perspectiva y eso es tan engañoso como creer que sólo tu opinión y perspectiva es la correcta.
3. No ofreces disculpas.
Por consecuencia de lo anterior, al no reconocer tus errores, no actúas para compensarlos, así que no ofreces disculpas ni llevas a cabo acciones para sobreponer el desperfecto ocasionado.
Esto está estrechamente ligado a tu trabajo emocional de forma individual.
4. Defraudar la confianza de otros.
Es tanta tu confianza en ti misma que terminas defraudando la confianza que otros depositan en ti.
5. Falta de empatía.
Estás tan sobrada en tu confianza que no recurres a ponerte los zapatos del otro para poder entender la realidad con perspectivas más amplias.
¡Vaya caso!
El resultado:
Te verás como todo lo contrario, la persona insegura que desea aparentar que confía en sí misma sólo para no evidenciar que no confía en ella.
Por otro lado, puedes terminar siendo una compañía indeseable por tu ego y soberbia.
Ahora, traduce los errores en tus acciones diarias en las relaciones personales o laborales y publicaciones en redes sociales…
Sí, es necesario y recomendable confiar en nosotros mismas, pero sin duda, el reto está en encontrar el equilibrio entre confiar en nosotros mismas sin dejar de pisar el suelo ni ponernos de tapete.
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