Vivimos en la era de las redes sociales, la era en la que la vida de todos los asiduos a Instagram es más que pública. La era en la que el resentimiento está a la orden del día.
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¿Cuántas veces no hemos estado scrolleando nuestro feed de Instagram, sólo para encontrarnos con algún cumpleaños al cual no fuimos requeridas? O, ¿alguna colaboración de chamba entre dos amigas que tu presentaste y que seguro tú estabas más que calificada para participar? Las redes sociales pueden ser nuestras mejores amigas o peores enemigas…
Este sentimiento se llama resentimiento y lo sentimos cada vez que nos dejan fuera de algo que creemos merecíamos estar ahí. Un estudio de 2017 del Journal of Experimental Psychology publicó que el resentimiento es bueno a corto plazo, ya que mejora nuestra autoestima al aventarle nuestros problemas al otro. Pero la realidad es que el resentimiento nunca es bueno y menos a largo plazo.
En 2011 se detalló el panorama clínico de los efectos emocionales y fisiológicos del resentimiento. La llamada «amargura crónica» puede ralentizar nuestro metabolismo, bajar nuestras defensas e incluso provocarnos depresión y problemas de ira.
La solución se encuentra dentro de nosotras. Además, tenemos que aprender a controlar este resentimiento y recordar que la felicidad se encuentra en lo que tenemos y no en lo que nos hace falta. Dejemos de sentir esa envidia en redes sociales y mejor concentrémonos en lo que tenemos enfrente.
Además, cabe recordar que lo que vemos en redes sociales no siempre es la historia completa de las otras personas.
Si te das cuenta que Facebook o Instagram te sigue alterando, es hora de tomar un descanso.
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