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Así es la vida cuando tienes depresión funcional

¿Sonríes pero no eres plenamente feliz?

Y es más común de lo que crees...

Te despiertas un día cualquiera, un día más… apagas la alarma con 30 minutos de retraso, (¡Qué más da!)… te sientas en la cama buscando con la planta de tu pie la chancla derecha mientras piensas que no quieres meterte a bañar. Te ves al espejo y aborreces tu aspecto… caminas resignada con la toalla en mano y justo antes de entrar al baño te encuentras el primer saludo: «¡Buenos días! ¿cómo amaneciste?» Respondes: «Bien, gracias…«, sonríes a medias entre adormilada y triste, lo besas y te metes a bañar pensando que hoy tiene que se un día diferente.

Aunque sabes que no lo será.

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Sales del baño y como tienes el tiempo encima te vistes con lo primero que ves, lo reglamentario para salir: rímel, lipstick, rubor y una taza de café. Vas saludando en la calle al conocido que aparezca, le deseas un buen día y sonríes enseñando tus dientes recién lavados. El sonido de tu tacón opaca tus pensamientos y llama la atención de quien te ve pasar y reconoce tu belleza… pero no tu tristeza.

Llegas al trabajo y cumples con tus objetivos. Eres buena en lo que haces, tu jefe no se mete con tu trabajo e incluso te llega a poner de ejemplo. Te concentras en sacar adelante tus pendientes para poder llegar a casa cuanto antes. Platicas con tus compañeros del último estreno de cine, de tu próximo ascenso y ríes con sus bromas y comentarios de pasillo…

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Cuando el reloj marca tu hora de salida te alegras, acomodas tu escritorio y sales a alcanzar los últimos rayos de sol. Llegas a casa, tu pareja te espera con pizza para una noche de cine y sábanas… lo amas, lo besas, y pasa aquello que tantas personas anhelan y tú, afortunadamente, tienes… pero algo no te deja ser feliz, algo no te permite sentir ese brillo en tu interior… Te sientes agradecida por todo lo que tienes pero no entiendes qué es lo que te pasa.

Apagas la luz, tu pareja ya duerme, te acomodas en tu almohada, cierras los ojos para comenzar a dormir y en lugar de sueños, llegan lágrimas a tu rostro, ahogadas en silencio, sin moverte demasiado para no despertarlo, no eres feliz y te sientes más infeliz por no serlo aunque tienes, aparentemente, todo lo que se necesita.

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Te quedas dormida entre el llanto y la fatiga. Te despierta el despertador, lo pospones porque te regalarás diez minutos más de «verdadero descanso»… apagas la alarma con treinta minutos de retraso, (¡Qué más da!), te sientas en la cama buscando con la planta de tu pie la chancla derecha mientras piensas que no quieres meterte a bañar…

Si algo de lo que acabas de leer se te hace familiar, queremos decirte que no te preocupes, nosotros te entendemos y no, no es que seas la persona más malagradecida del mundo por no ser feliz cuando «lo tienes todo». Lo que estás viviendo es un estado de Depresión Funcional y es más común de lo que te imaginas.

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Este tipo de depresión es compleja, porque quienes la padecen no la externan sino que siguen realizando sus actividades cotidianas porque no saben que lo que tienen no es sólo una mala racha. Quién la vive no la comenta porque piensa que no tiene caso, mientras se siga levantando de la cama.

La depresión funcional incluso orilla a quien la padece a no permitirse estar mal, así que llevan a cabo todas sus funciones aunque por dentro no tienen ganas de nada, sólo se encargan de ocultar su tristeza. Tienen variaciones en el estado anímico pero ellos mismos se «controlan» sin apartarse de las emociones negativas como la ira, fatiga, pérdida de apetito, problemas para conciliar el sueño o mal humor.

La irritabilidad es uno de los síntomas que puede ayudar a identificarla.

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Ten presente que no necesitas estar llorando todo el día o no pararte de la cama para tener depresión, la depresión funcional te acompaña en tus actividades, no te abandona y se queda contigo aunque ninguna de tus amigas podría suponerlo.

Para la Doctora Carol Landau, psicóloga y profesora de psiquiatría clínica y conducta humana de la Universidad de Brown, este tipo de depresión es más común en mujeres que son perfeccionistas.

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Con estas características, la depresión funcional no llega a tratarse con especialistas, lo que la convierte en algo aún más complicado de diagnosticar y por consiguiente, de tratar.

Si te identificaste con el caso, acude a un especialista y no tengas miedo de decir lo que sientes. Si la depresión aún no se te manifiesta con todo su poder, estás a tiempo de hacer algo para volverte a sentir tú.

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Como en toda depresión… lo primero es reconocerlo. Una vez hecho esto estás un paso más adelante de volver a sonreír de verdad, como cuando disfrutabas de todo y te reías por nada.

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