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Las personas malhabladas son más honestas

Sin esas hermosas palabras nuestro vocabulario no estaría completo

Por si estabas con el pendiente.

Seguramente ya habían leído el estudio que asegura que las personas malhabladas son más felices. Y si lo leyeron es porque están de acuerdo.

Decir malas palabras (¿Quién habrá dicho que eran malas?) nos libera, nos hace soltar endorfinas de esas como las del chocolate, y si sueltas una grosería cuando te golpeas contra algo liberas un poco más de adrenalina y el golpe duele menos.

Sí… decir malas palabras te hace libre. Y feliz. Y ahora encontramos que también te hace una persona honesta.

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Todos sabemos que expresar nuestros sentimientos y emociones en momentos de sorpresa, frustración, enojo o felicidad involucra un par de «chingada madre», «carajo», «no seas cabrón» y todas esas cosas. Sin esas palabras nuestra expresión no sería completa.

La psicóloga Dana Dovey se dedicó a estudiar este fenómeno y presentó sus conclusiones en un ensayo titulado «Frankly, we do give a damn: The relationship between profanity and honesty» («Francamente, sí nos importa un carajo: la relación entre las groserías y la honestidad»). Y nos pareció fabuloso.

Su ensayo se basa en un estudio que hizo con 276 participantes que calificaron su nivel de honestidad y su nivel de groserías; luego analizaron los status de Facebook de más de 73 mil personas y luego midieron los compararon con el nivel de integridad de cada estado en Estados Unidos.

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Los niveles de integridad fueron medidos con base en la cantidad de comisiones de ética que hay, asociaciones en pro de causas civiles, etc. Esto arrojó como conclusión que el estado con las personas más malhabladas de Estados Unidos (Connecticut) es también el estado con un mayor nivel de integridad.

Estos hechos que encontraron sugieren que la relación entre ser groseras y ser honestas es bastante robusta.

«La relación encontrada a nivel personal trasciende a nivel social», aseguró Gilad Feldman, director de la investigación.

Entonces, decir malas palabras y groserías nos vuelve, de hecho, personas más honestas.

Por si estaban con el pendiente.

Si amas decir groserías seguro también amas viajar. Aquí te dejamos otro estudio que te va a fascinar:

Viajar te hace más feliz que casarte

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