Damos por hecho que vivimos en un mundo moderno y que los prejuicios son cada vez menos…
¡Pero nos equivocamos! El mundo atraviesa una gran crisis en el que un paso hacia adelante puede luego implicar dos hacia atrás y alejarnos de ese ideal que habíamos imaginado.
Por dar un ejemplo, mientras cada vez más son los países que adoptan legislaciones para resguardar los derechos de los homosexuales, «el ser o no gay» puede seguir siendo un completo tabú para una gran parte de la sociedad.
Es un tema que sigue sin hablarse de manera abierta, que esconde cientos de prejuicios y que se refleja a diario en acciones sencillas.
Por ejemplo, un profesor llamado Victor Fernandez puso en evidencia cómo la sociedad utiliza conductas para distinguir personas heterosexuales de homosexuales.
Según su propio testimonio, en un clase se dio cuenta que sus alumnos pensaban que eran gay por consideraciones absurdas, como por ejemplo: colocarse la mano en la cintura, cuidarse estéticamente, no hablar sobre sus novias o relaciones amorosas, tener 30 años y no estar casado, incluso por no haber hecho nada cuando una alumna intentó insinuarse.
Y lo qué él les demostró es que detrás de sus pensamientos se mostraban ideas machistas y conservadoras que deberían estar desterradas de nuestro presente ¡de una vez por todas!
Así, Victor sintetizó los prejuicios que escondían las percepciones de sus alumnos:
1. Si un hombre rechaza una mujer, entonces su hombría se coloca en duda.
2. Un hombre que es hombre habla de las mujeres que se «levanta»
3. Un hombre no puede lucir arreglado ni invertir mucho tiempo en eso porque entonces es gay
4. Un Hombre que es hombre niega con vehemencia la homosexualidad, y no debate ni defiende esas cuestiones.
5. Además los hombres de verdad se casan antes de los 30 y tienen hijos antes de esa edad.
Sin duda, todas son ideas superficiales que no pueden determinar la preferencia sexual de una persona y que demuestran que la sociedad intenta clasificar a las personas por parámetros que no tienen lógica y ¡que por desgracia! hasta los más jóvenes siguen reproduciendo.
Además, interroga Victor a su clase, por qué una persona debería andar explicando su preferencia sexual y mucho menos defendiéndola…
¿Podría cambiar nuestro trato hacia una persona por ser gay o no? ¿Por qué tenemos tanto empeño en saberlo, entonces?
Así, la anécdota de Victor demuestra qué es necesario debatir sobre género y sexualidad en las escuelas, y que no debemos dar por sentado que el progreso material viene acompañado de una ruptura de los paradigmas tradicionales.
¡Cuéntanos qué opinas!