Para nuestros hijos queremos lo mejor y eso incluye una educación en la que puedan aprovechar sus talentos y, por su puesto, con la que puedan reforzar su autoestima y aumentar el nivel de confianza en sí mismos.
Una tarea que no es imposible y en la que es fundamental acabar con los métodos tradicionales de enseñanza, esos a los que sobrevivimos muchas de nosotras y que ahora, con unos cuantos años, nos damos cuenta que ¡no eran necesarios!
Y es que eso de andar escribiendo en un pizarra una frase absurda como «no debo molestar en mi clase de geografía» no aportó ninguna enseñanza a nuestras vidas; al contrario, fue una pérdida de tiempo que nadie nos podrá reponer.
Conscientes de esa situación y pensando en las preocupaciones que tenemos todas como madres o futuras madres, una escuela de Estados Unidos, en Baltimore, propuso un método innovador en el que los odiados castigos son cambiados por acertadas horas de meditación.
La idea es que el niño o adolescente reflexione sobre su compartimiento, se conozco a sí mismo durante ese momento de dificultad, aprenda a controlar sus emociones y pueda hacer en el futuro mejores elecciones de conducta.
Los resultados lo dicen todo. El éxito ha sido tal que en menos de dos años los castigos bajaron a cero.
Pero ¿cómo lo hacen?
El niño que muestra una conducta inapropiada es llevado a una sala conocida como «Mindful Moment Room», en lugar de la tan detestada «Dirección».
Allí, un espacio especialmente decorado para meditar, el niño es enseñado a practicar técnicas de respiración, relación y meditación.
Hasta ahora, todo apunta a que el método es más efectivo que los rudimentarios castigos de épocas pasadas, incluso entre algunos de los testimonios que ha dado a conocer el colegio se puede leer algo como esto:
«Esta mañana me enojé con mi papá, pero después me acordé de respirar y no grité», dice uno sus alumnos.
Sin duda, estamos seguras que decisiones como éstas ayudaran a crear un mundo mejor…