Desde noviembre de este año, en Nueva Jersey, Estados Unidos, ya no pueden obligar a las personas con anorexia a sobrevivir.
Después de muchos años de batalla, un juez acaba de cambiar las leyes.
La historia que terminó en este polémico fallo es de una chica de 29 años que pasó los últimos 2 en hospitales psiquiátricos, pesando entre 27 y 30 kilos.
En junio de este año, A.G. fue alimentada de manera artificial en el centro médico de Morristown y llegó a pesar 40 kilos. Pero su corazón no pudo soportarlo y ella, en un momento de desesperación se desconectó del tubo alimenticio.
Su custodio solicitó que la transfirieran a un centro paliativo, pero el Departamento de Servicios Humanos no estuvo de acuerdo.
El estado alegó que su depresión la hace incapaz de tomar decisiones médicas para sí misma y que permitirle vivir sin alimentación forzada era como alentar su suicidio.
Sus doctores testificaron que A.G. ya estaba diagnosticada con anorexia nerviosa terminal y que no iba a recuperarse. Su destino estaba escrito.
Su psiquiatra dijo que forzarla a alimentarse (o continuar alimentándola de manera artificial) era cruel y, a este punto, una tortura. Para octubre de este año la densidad ósea de A.G., a sus 29, era como la de una mujer de 92. Insertar los tubos a través de su nariz y su garganta podría romperlos.
Y, como señaló un muy hábil abogado en la corte, alimentarla a la fuerza la mantendría viva pero no curaría su anorexia.
Los padres de A.G. testificaron que hicieron todo lo que pudieron para ayudarla con su problema, aceptando sus errores, internándola en clínicas de rehabilitación, yendo con ella a terapia y asegurándose de que tomara sus medicinas durante años.
Pero en 2014 no pudieron más. Después de encontrarla desmayada tras una sobredosis de alcohol y drogas, decidieron internarla en el hospital psiquiátrico estatal.
Cuando el caso llegó a la corte, el juez Paul Armstrong señaló que esta chica tiene la capacidad mental suficiente para negarse a comer y que las autoridades le han negado constantemente el derecho de rechazar un tratamiento.
A.G. dijo estar lista para morir, lista para recibir cuidados paliativos y lista para despedirse de este mundo que no la ha hecho feliz.
Así que la corte decidió a su favor y por primera vez una chica con anorexia optará por no recibir más tratamientos.
El caso de A.G. levanta muchas discusiones, desde éticas hasta médicas. Pero… si A.G. tuviera cáncer, una enfermedad que destruye su cuerpo de la misma manera que la anorexia, y se rehusara a recibir tratamiento, nadie la juzgaría.
Pero como la enfermedad que padece es mental (aunque con consecuencias físicas), la situación tiene muchos matices. ¿Qué tanto puede la medicina forzar a alguien a comer? ¿Mantenerlo vivo por el simple hecho de poder?
¿Qué tan incapacitado mentalmente estás para tomar estas decisiones, cuando la anorexia es tan real que te está matando?
Por lo pronto A.G. está lista para irse… y su deseo se hará realidad si el Estado no presenta una apelación.
Pero el juez dejó un argumento muy válido: “Esta decisión fue tomada por A.G. en el entendimiento de que rechazar el tratamiento significa morir”.
¿Tú que opinas de este lento suicidio permitido?