No siempre las relaciones terminan como esperamos, sobre todo aquellas que no deseábamos que terminaran, hay momentos que simplemente nos toca aceptar el final de la manera más digna posible.
En nuestro corazón los momentos de dolor le abren la puerta a la tranquilidad y esta se va, dejándole espacio a la ansiedad, tristeza y desesperación que entran sin que podamos hacer algo para evitarlo, lo que nos lleva a la frustración e impotencia.
Pero lejos de ése dolor que es de ley, tenemos la oportunidad de hacer del sufrimiento una manera de redescubrirnos y encontrar la mejor manera de hacer de esa experiencia una batalla ganada.
Primero debemos reconocer y aceptar que la persona que amamos no desea nuestra compañía, sí, debemos aprender a soltar «a dejar ir» y a girar la cabeza viendo un futuro comprometedor, en lugar de un pasado sin rumbo.
Después, no permitir que el amor propio se haga pequeño, es cuando más debemos de sacar fuerzas para amarnos.
Necesitaremos paciencia con nosotras mismas, pero no ser demasiado permisivas, pues hasta la tristeza más profunda debe tener un alto y nosotras somos las encargadas de mantener la salud mental y frenar a los fantasmas que nos alejan de nuestra paz.
Debemos evitar caer en extremos, de cualquier tipo, alcohol, tristeza, soledad, fiestas o trabajo, pues no dejan nada bueno y es difícil salir de ellos.
El desapego emocional es uno de los retos más grandes en las relaciones, poder amar sin poseer o ser poseídas, necesitar y extrañar de forma genuina, es uno de los músculos centrales de la separación, y debemos ejercitarlo, no sólo después del rompimiento, sino durante la relación, pues si ésta acaba, nos ayuda a aceptar la situación.
Reconoce el final, acéptalo como una prueba de la vida que te hará más fuerte, un examen en el que podrás demostrar cuánto has aprendido y de lo que eres capaz de hacer. Píntate los labios y sonríele a tu alrededor.
Convierte la tristeza en experiencia, agradece lo bello que viviste y no conserves lo malo, pues eso sólo te hará sentir carga pesada en tu espalda, y eso no te ayudará a disfrutar la libertad.
Consiéntete, sé tú, acepta la tristeza y construye tu personalidad, no dudes de tu fuerza ni de lo que eres capaz, el tiempo pondrá las cosas en su sitio y curará tus heridas, no pretendas olvidar, lo que debes hacer es: sanar.
Si una relación no dio para más, no queda de otra, se debe de aceptar, pues el amor nunca funcionará si no es recíproco, citando a Julio Cortázar, «me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un sólo lado.»
Necesitamos recordar esta frase cada que nos pegue el recuerdo y nos quiera invadir la nostalgia de la soledad.
Reinvéntate, córtate el cabello, vete de viaje, cambia los muebles de lugar, haz ejercicio, ve a clases de pintura, frecuenta a tus amigos, ve sola al cine, inspírate que la vida es bella.
Empieza de cero, conquístate, que si hay alguien que haría todo por ti y que jamás te dejará sola, eres tú, no pierdas tu voluntad, todo pasará y te demostrarás todo lo que eres capaz de hacer.
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