Cuando se tienen hijos las prioridades cambian, e inevitablemente tenemos que comenzar a pensar en su futuro.
Y no sólo nos referimos a su educación, hablamos de todo lo que necesitan para llegar a la etapa adulta, es decir, alcanzar cierta independencia y algo de felicidad.
Sobre todo cuando estamos conscientes que no somos inmortales, y una mala jugada del destino (o un infortunio) puede truncar nuestros deseos de verlos crecer.
Por eso, es importante hacer un testamento cuando seamos padres, y establecer allí ciertos parámetros sobre lo que se debe hacer en caso de nuestra ausencia.
Un papel en donde no sólo dejes en claro cómo tus propiedades serán destinados al bienestar y crianza de tus pequeños, sino donde se establezca quien será el responsable de cuidar de ellos, donde vivirán y cómo quieres que se manejen algunos temas importantes en relación a sus vidas.
¿Has hecho el tuyo?
Y aunque nunca queremos pensar en esa posibilidad, es una decisión de la que jamás nos arrepentiremos y nos hará sentirnos mejores con nosotros mismos, por lo menos en el desempeño de ese rol para el que nunca estamos preparados.
Pero ¿qué pasa si tus hijos ya son tan pequeños y pueden tomar ciertas decisiones inteligentes?
Hay que hacer el testamento igual, porque nunca podemos asumir que tomarán las decisiones que más le convengan para su crecimiento y futuro.
Por lo menos, si son varios hijos y el mayor sobrepasa los 18 años, éste puede asumir la potestad de crianza de los otros en caso de que algo lamentable suceda.
O si se tienen dudas sobre cómo pagar ciertas deudas o compromisos económicos, allí pueden quedar establecidos, y será una orientación que ellos agradecerán como hijos y además le ayudarán a enfrentar tu partida de una manera más positiva.
Ahora ¿cómo comenzar con esto?
Una buena idea es hacerlo junto al padre de los niños, incluso si están divorciados y no tienen una relación amigable.
¡Esto es un asunto importante, y las diferencias personales no cuentan!
No tienen que tomar todas las decisiones de inmediato, conversen y destinen algunos días para pensar en ello.
Por ejemplo, la decisión más difícil será buscar a las personas que deberán asumir la crianza de sus hijos y además comunicarse con ellos para que lo sepan.
Y una vez que hayas decidido todo esto, entonces deberás buscar una pluma y un papel y dejar escrita tu voluntad.
Sí, sabemos que esta idea nos pone a todas muy nerviosas, pero es mejor prevenir que luego lamentar eso que no hicimos por ellos…
¡Cuéntanos ya preparaste el tuyo!