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«Comprendí que tú no eras para tanto ni yo para tan poco»

Lo siento por ti.

Así que... ¡Adiós!

Me costó energía, desvelos, lágrimas, pero llegó un momento en el que entendí: «Comprendí que tú no eras para tanto ni yo para tan poco».

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No fue fácil, con tu partida me quedé suspendida, no sabía si ir hacia adelante o buscar en el pasado alguna explicación para lo que estaba pasando.

Fueron días difíciles, lloraba más de lo que dormía y dormía más de lo que comía.

Tu partida representó más que tu ausencia, me abrió los ojos y me puso los pies en la tierra, entendí que en mi realidad había muchas cosas mal…

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Fueron días difíciles, desgastantes, llenos de dolor y frustración, pero una vez que el tiempo fue haciéndose presente, todo empezó a cambiar.

Dejó de dolerme el pecho, dejó de estallarme el corazón pues comenzó a tener claridad con lo que mi cerebro decía: «No era lo que querías pero era lo que necesitabas».

Entendí que ya no eras para mí…

Supe que lo fuiste en algún momento, tus manos y las mías eran el rompecabezas perfecto, tus ojos en los míos y mi boca en la tuya eran el inicio y el final de lo eterno, pero amor, nuestra eternidad duró tan poco.

Hoy sólo te agradezco que me hiciste feliz cuando me hiciste feliz, que tu paso por mi vida me llenó de vida, de dicha, de amor, hasta que dejó de ser así.

No quiero, ni podré recordarte mal, aunque me hayas fulminado el alma con un adiós en una hoja de papel, sólo puedo desearte lo mejor del mundo, que encuentres unos buenos labios que te digan que te aman sin mentirte.

Que lleguen a tu vida las mejores experiencias, que por mí no te detengas, al contrario, que aún sin mí, logres todo y más de lo que sé que deseas.

Quiero que te vaya bien, pero lo deseo como despedida, por desearte lo mejor, porque para mí, ya no eres un punto y aparte, ya eres el punto final.

Creo en mí, sé de lo que soy capaz de hacer por mí y por mi vida, y aunque a pesar de todo yo te había elegido, hoy sólo me queda recordarte y sanar lo que aún duele, pero sé muy bien, que dejará de doler.

Comprendí que tú no eras para tanto ni yo para tan poco…

Tú no vales que yo me deje vencer, que me marchite, que me vuelva triste y sin brillo, tú vales lo que ya estás camino a construir.

Yo valgo lo que yo misma haré por mí y créeme que con eso no estoy para cualquiera.

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