Bien dicen que la opinión de las demás personas no cuenta, la única opinión que tiene mucho peso es la propia.
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¿Te ha pasado que terminaste una relación de pareja o de amistad, eliminaste a esa persona y enseguida te llovieron comentarios de «eso es darle una importancia que no merece» o un «te estás viendo ardida«?
Al principio yo solía pensar lo mismo, pero después comprendí que NO quiero personas tóxicas en mi vida…
Para mí es un punto final
Si eliminé a una persona es porque era TÓXICA para mi vida, que no quiero que tenga ningún posible contacto conmigo ni que regrese cuando ya es demasiado tarde.
No quiero un perdón cuando yo ya sané, cuando la herida se convirtió en cicatriz y estoy muy feliz por mi cuenta o empezando de nuevo con alguien.
Quiero sanar de todo lo malo que pase con esa persona: de todos los malentendidos, las discusiones innecesarias, del esfuerzo que puse y aún así no funcionó.
Y por lo mismo quiero salir adelante en paz, quiero dejar ir los rencores, el odio o resentimiento que tengo por esa persona, así como los sentimientos positivos y los recuerdos que me llevo de aquél o aquella que ahora ya no está conmigo.
Si has pasado por esto sabrás que nunca se olvida del todo, esa persona se convierte en alguien con quien compartimos muchos momentos en común y con el tiempo una ya es capaz de hablar sin hacer caras, sin decir comentarios negativos, sin preocuparse por lo que digan de una.
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Yo no eliminé a una persona por querer opiniones que no pedí, por estar «dolida», eliminé a esa persona porque es lo mejor para mi vida y para mi persona.