No hay mayor explicación que esta: El tiempo y las experiencias me hicieron aprender a olvidar, a entender que ese cuento del «amor de mi vida» no existe, y de existir, soy YO el amor de MI vida pues siempre debo amarme antes que a cualquier persona.
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Sin embargo, cuando lo conocí supe que él sería algo especial, que sería más que un momento y tuve la certeza de querer compartir mi vida junto a él o que lucharía contra todo para que eso pasara.
No me interesa que sea el amor de mi vida, pero lo quiero para el resto de ella.
Así, me di cuenta de que con sus detalles, sus palabras y sus ojos, no necesitaría nada más para seguir adelante en el mundo que su sonrisa a centímetros de mis besos.
Que su aliento a cerveza era lo más erótico del mundo y que sus manos deslizándose por mi cuerpo me convertían en una mujer plena y feliz.
Afortunadamente se enamoró de mí y ambos caminamos en la misma dirección.
Más allá de las personas que amé antes de su llegada, personas que me hicieron lo que hoy soy, quiero que él sea la persona que reine mis sueños y emociones, el motivo al despertar, mi compañero para construir la felicidad.
Viendo como el amor se desintegra o abarata entre desplantes de la tecnología y deseos fugaces, lo quiero bien y lo quiero para mí, no por capricho o conveniencia, sino porque a su lado encontré amor, ternura, pasión, deseo y sobre todo, paz.
La vida me enseñó que el amor no es para siempre pero cuando encuentras a alguien con quien vale la pena intentarlo es porque encontraste a la persona indicada.
Si tú también estas sintiendo lo mismo que yo, procura el amor y deja que la vida, en sus momentos oscuros y tristes, fortalezca su unión, no los separe.