Ok, puede sonar fuerte pero a continuación tengo más espacio para explicarte porque no quiero un hombre que me proteja ni me mantenga, quiero uno que no me cH1ng*3. ¡Quédate a leer!
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Los últimos años de mi vida han estado dedicados a mi independencia, a poder ver por mí misma en todos los sentidos, desde monetaria hasta emocionalmente.
Ese trabajo en mí tiene como fundamento el amor propio que a diario procuro darme.
Tomé las riendas de mi vida con la promesa de nunca más soltarlas.

Unsplash/Joey Nicotra
Entonces, cuando decido tener pareja o compañía, es una ELECCIÓN, no lo hago por necesidad.
No necesito a un hombre o a una pareja que me «arregle» nada, de hecho, en mis últimas (y fugaces) relaciones, soy yo la que los termina ayudando.
Soberbia aparte, lo hago de corazón y porque he podido, el día que necesite pedir ayuda, levantaré la mano, pero por ahora, no ha sido el caso.
Claro, no es fácil vivir sola, mantenerse sola y ver por uno mismo, pero tiene sus grandes recompensas.
No necesito y no quiero un hombre que me proteja ni que me mantenga, quiero uno que no me moleste, como mínimo.
Que respete todo el trabajo que he venido haciendo en mí y para mí, que no se crea con la autoridad de evaluar o aprobar mis decisiones, que las respete es básico, que las apoye es ideal.
No quiero a un hombre que me proteja cuando está de buenas y que cuando esté de malas intente ponerme a mí y a mi mundo de cabeza.
Quiero a mi lado a alguien tan independiente como yo, que se encargue de su vida y no espere de mí más que amor, un complemento por elección, no por necesidad.
Que vea en mí la oportunidad de compartir, no de forzar o «tener que dar».
Estoy cansada de esas relaciones en donde la manipulación y el control se disfraza de cariño y cuidados.
Si bien, valoro la deliciosa sensación de un abrazo que te abarca hasta el alma, la protección llega con el respeto y comprensión genuinos.
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