Por mucho tiempo me aferré a creer que tú eras mi destino final y que contigo viviría para siempre. Afortunadamente estaba muy equivocada.
No eras el hombre indicado para mí, pero sí fuiste quien me enseñó a amar, y antes de que lo tomes con un halago, te hago saber que no lo es.
Te recomendamos:
Si te trata como si no te quisiera, es porque no te quiere
Señales de que tu pareja es el centro de atención de tu vida
¡Échale un ojo al Facebook de Hey Hey Hello! 😉
Sí, tuvimos nuestros buenos momentos y me enamoraste desde el primer momento, pero no te esforzaste en nada, todo esto sucedió porque yo quise que fuera así.
Y ahora que me he quitado la venda de los ojos, puedo ver las cosas como fueron en realidad y reflexionar que no fuiste mi destino final, pero sí el hombre que me enseñó a amar… A mí misma y al adecuado para mí.
No fuiste mi destino final, pero sí el hombre que me enseñó a amar
Hoy entiendo que hay amores que no llegan para quedarse, sino para enseñarnos. Tanto cosas positivas como negativas.
Sus encuentros no culminan en un “para siempre”, sino que dejan una huella tan profunda que cambian la manera en que entendemos el amor, la vida y a nosotros mismos.
Cuando digo “no fuiste mi destino final”, reconozco que tú no eras el final del camino, sino parte de un trayecto necesario para crecer.
Y no digo que todo en la relación fue un error; lo que sucedió fue para que descubriéramos lo que merecemos y lo que no es para nosotros.
Tu presencia fue como un suspiro; breve, intenso y difícil de olvidar, pero no imposible.
Tú fuiste eso, una historia que no duró lo suficiente, pero que marcó un antes y un después en mí.
No eres el hombre con el que terminaré mis días, pero sí aquel que me mostró lo que era sentir de verdad, sin miedo, sin medidas, sin reservas.
Contigo aprendí que el amor no siempre se trata de permanecer, sino de descubrir que siempre hay algo mejor por llegar.
Me enseñaste que el cariño puede ser profundo, aunque no tenga un “para siempre” al final, y que hay despedidas que también pueden estar llenas de gratitud.
Aunque dolió aceptarlo, comprendí que no todo lo que nos toca el alma está destinado a quedarse.
Gracias por enseñarme lo que no quiero del amor de mi vida…
Te quise, y lo hice con el corazón entero. Pero con el tiempo entendí que con el amor no basta para sostener una vida juntos.
A veces el destino no se equivoca; simplemente sabe cuándo dos caminos deben separarse, aunque el corazón no esté listo para hacerlo.
No fuiste el indicado, y hoy lo acepto sin rencor. Porque aunque no te quedaste, me dejaste algo valioso.
Me enseñaste a amar, y a ver que contigo no tendría lo que merezco. Que yo estoy para recibir mucho y tú eras muy poco.
Hoy te dejo en mi pasado con ternura, sin reproches, sin cadenas…
Gracias por haber sido esa historia que me transformó, y que me hizo abrir los ojos, aunque dolió, fue necesario para que dejará de conformarme.
Porque ahora sé que el amor no es rogar, ni esperar y menos sufrir; sino que es darlo todo y recibir lo mismo, porque eso es lo que mereces.
También aprendí que amar no significa poseer, sino valorar, acompañar, cuidar y, llegado el momento, dejar ir.
A veces la vida no nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos para evolucionar. Y ese amor, aunque no fue eterno, nos preparó para el correcto.
Decir “no fuiste mi destino final, pero sí el hombre que me enseñó a amar” no es negar tu existencia ni el (poco) amor que existió, si no es una forma de cerrar este capítulo para poder avanzar sin fantasmas o rencores.
Porque contigo aprendí lo que ya no quiero, ni estoy dispuesta a aceptar del amor de mi vida, o mejor dicho, tengo claro lo que él no me brindará, porque todo lo malo ya lo viví contigo.
Síguenos en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram y TikTok.