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El síndrome de Procusto, una realidad que refleja envidia y frustración

¡Amarga experiencia, por cierto!

¿Conoces a alguien así?

El síndrome de Procusto, mejor conocido como la referencia «Que te vaya bien pero no mejor que a mí», es una realidad.

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Síndrome de Procusto

¿Te ha pasado que tienes amigos cuando estás atravesando una mala racha y cuando está yendote bien esos amigos desaparecen o peor aún, se frustran?

Este síndrome se manifiesta en las personas que, al verse superadas en circunstancias, deciden menospreciar, subestimar y hasta ignorar a la o las personas a las que la fortuna les sonríe.

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En resumen:

«Que te vaya bien pero no mejor que a mí»

Las consecuencias de este síndrome pueden variar según las propias condiciones de las personas involucradas, pero en general conllevan distancia y puede volverse un trastorno serio.

Quien actúa como Procusto, se ve limitado por su miedo, intolerancia, envidia y frustración.

Acerca de Procusto…

Según la mitología griega, Procusto fue hijo de Poseidón, tenía una posada en la que albergaba a los viajeros que pasaban por el camino y, se dice que, a los que eran más grandes que él y que sobresalían de su propia cama, les cortaba a hachazos las extremidades que salían del lecho.

A lo anterior también se le conoce como el Lecho de Procusto y es un mito muy famoso del que actualmente se hace referencia para hablar acerca del que nos quiere ver feliz pero no más que ellos, aunque la historia original representa en sí la intolerancia a la diferencia.

Procusto fue un rey temido hasta que el héroe Teseo lo retó a medirse en su propia cama.

Se dice que hay Procustos conscientes e inconscientes, los primeros son capaces de deslegitimizar al otro para evitar que destaque por arriba de ellos, son proactivos y listos, por lo que siempre buscan ser el número 1.

Los inconscientes son afectados emocionalmente cuando otra persona está en una situación más favorable que ellos, buscan los medios para sociables con el fin de sobresalir y aunque se perciben como personas empáticas, en realidad juzgan a los otros desde su egocentrismo.

Para distinguirlos puedes encontrar que son personas inseguras y expresan inferioridad, llegan a estar a la defensiva, buscan acaparar las tareas con altos niveles de competitividad aunque eso implique para ellos un verdadero sacrificio y no les gusta el cambio.

Parece no ser nada útil tener uno cerca, mucho menos ser uno.

Con información de nuestro partner El Personalista.

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