Ahora es momento de que te dediques a disfrutar la intimidad.
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En el mundo de la intimidad una regla de oro es sentirnos bien con nosotras mismas, pues esto a su vez ayudará a tener confianza en lo que podríamos vivir con nuestra pareja.
Así que si aún te da pena poder desinibirte al 100 en la cama, hemos decidido darte una ayudadita para dejarla afuera de la habitación y dedicarte a sentir.
1. Tócate a solas.
Primero explórate, pierde vergüenza contigo misma, haz las paces con tu cuerpo y concilia en tu mente lo que deseas vivir con lo que puedes experimentar.
2. Identifica qué es lo que te da pudor.
Sé honesta, reflexiona acerca de lo que te da pudor, si crees que estás haciendo algo incorrecto… Si es todo lo relacionado a la intimidad o sólo lo que se «sale de lo común» como el oral, por poner un ejemplo.
Identifica si es tu cuerpo o algo de ti lo que te impide dejar la vergüenza a un lado.
3. Ve encendiendo las luces poco a poco.
Es momento de dar otro paso, quizá hasta ahorita tu intimidad está limitada con prácticas con las que no te expongas mucho, hacerlo con las luces apagadas, por ejemplo.
De ahora en adelante, ve dejando una luz prendida, siéntete cómoda con tu cuerpo y con la actividad. Olvida las batas y cualquier ropa que te cubra.
4. Habla con tu pareja.
Es muy importante que le externes a tu pareja todo lo que sientes, lo que te gusta, lo que te da miedo o te desconcentra.
Tienes que hacerlo partícipe pues aunque el conflicto está en tu interior, la relación es de ambos.
5. Convéncete de vivir.
Por prejuicios, a algunas mujeres les cuesta más que a otras poder entender que es su cuerpo y que tienen el derecho de decidir acerca de él.
Es indispensable que derrumbes las barreras morales que te impusieron para poder reconocer tu vida sexual como parte de ti.
