Estas es una carta abierta al hombre que más he amado y que más me lastimó…
Te puede interesar
5 consejos para mantener a un hombre enamorado
7 cosas que te ayudarán a entender a un hombre y que te ayudarán a enamorarlo
Te conocí hace mucho tiempo… La convivencia nos hizo amigos, el tiempo nos hizo novios y nosotros nos hicimos el amor…
Todo era hermoso… ¿Recuerdas? Lo bien que nos llevábamos y entendíamos cuando podíamos platicar de nuestras decepciones amorosas.
Tú como amigo me aconsejaste no seguir al lado de un rufián que, al parecer, tenía una aventura.
Como amigo fuiste capaz de acompañarme a muchos lugares, siempre cuidándome y procurando mi seguridad.
También como amigo, me hiciste ver que debía cotizar mi compañía, me entendías tan bien, me comprendías tan fácil, que comencé a perderme en tus ojos.
Fue recíproco, tú también te entregaste a mí, lo supe, lo sentía, estábamos hechos «el uno para el otro», así lo describiste.
Como novios, poco cambiamos y más nos dimos.
Estábamos cerca, conectados… Pareciera que el habernos conocido desde tiempo atrás, nos estaba ayudando a que la relación fluyera sin mayor complicación.
Pasaron algunos años, yo me sentía la mujer más feliz del mundo y orgullosa hablaba de nuestra linda relación.
Hasta ese día… Ese día que todo lo cambió, ese día que confirmé que la vida da tantas vueltas que puede terminar mordiéndose la cola.
Quise sorprenderte al ir por ti a tu trabajo, me puse guapísima y esperé 30 minutos, 15 minutos antes de tu hora de salida y 15 minutos después, momento en el que sonó mi celular, me dijiste que estabas saliendo del trabajo y que no pasarías a verme porque te sentías mal.
Recuerdo que por miedo a ser descubierta, dije está bien, actué normal y terminamos la llamada.
Mis ojos, viendo que no salías de tu oficina, no entendían lo que pasaba, hasta que, ya casi para irme a casa, te vi.
En un restaurante, tomando café, con una mujer. Me quedé entre un arbusto y noté cómo le tomabas su rostro y la besabas tiernamente.
No sabía qué hacer, entre lágrimas, le marqué a mi mejor amiga y ella me aconsejó ir a su casa.
«Ya viste lo que tenías que ver, ahora ven», fueron las palabras que movieron mis pies del suelo y me hicieron caminar hacia un taxi.
Recuerdo que lloré, lloré todo el camino…
El hombre que más he amado, la relación «perfecta», el novio ideal… Todo se había esfumado.
Junto a mí amiga comprendí el dolor en mi pecho, no era ella, era la traición, era la decepción, era que a pesar de poderte perdonar, no podría continuar…
El hombre que más he amado, me falló, me mintió y cuántas veces lo habría hecho ya sin que yo lo supera…
El hombre que más he amado ha sido el que más me ha lastimado porque yo lo permití…
Porque me entregué a la relación y porque confié en él, dicen por ahí que una cosa es confiar y otra es ser ingenua, fui muy ingenua… Siempre le creí.
Hoy, tengo las lecciones aprendidas.
Ama, pero siempre ámate más tú.
Cree, pero no a ciegas.
Entrégate, pero no des de más.
Síguenos en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.