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La historia de «Mecha», el texto que nos iluminó el corazón con los rayos del sol

¿Amas a los animales?

Mechita linda...

Encontramos este texto en Facebook y se nos cautivó, se trata de «Mecha», una linda gatita que queremos que conozcas, así como queremos que aprecies el sol.

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La publicación tiene la fecha del 22 de junio, hasta el momento 37 mil compartidos, 10 mil comentarios y más de 71 mil reacciones.

«Mecha»

La historia de Mecha la cuenta el usuario de Facebook que se llama André Demichelis…

Mecha vivió 19 años. “Vive a sol y agua” decía mi mamá. Mecha despertaba, tomaba un poco de agua y se iba a la terraza donde le daban los rayos del sol. Ahí se quedaba todo el día, con los ojos cerrados.

Cuando el sol bajaba, Mecha volvía, tomaba agua y se acostaba junto a su lata con comida. Ella despertaba y tenía alrededor gorriones, palomas y zorzales que desayunaban de su lata. Al principio con miedo, con el tiempo se acercaban agradecidos pegando saltitos. Mecha, a centímetros, los miraba comer y ronroneaba. Ella ronroneaba todo el día.

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Cuando yo llegaba nos buscábamos, la escuchaba antes de verla: “PRRRRR PRRRR” y ella me perseguía, incluso estos últimos tiempos, que caminaba renga, me perseguía con todo el esfuerzo que eso le implicaba.

El sábado Mecha dejó de ronronear, y ayer el silencio pesaba. “Algo le pasa”. Pasamos la noche en vela, ella miraba un punto indefinido, sin verme y se quejaba. Ella siempre vivió del sol: “Esperá al amanecer, Mecha” le dije “va a salir el sol y vas a estar bien”.

Amaneció y estaba nublado, subimos a la terraza y se fue despejando. Y aunque no llevamos la lata de comida, de todos los rincones del cielo, en procesión, las manchitas se fueron agrandando y llegaban volando gorriones, palomas, zorzales, se posaban en la soga de la ropa, miraban a Mecha como diciendo “Gracias por todo. Hoy aprendes a volar, buen viaje” y se iban tras las nubes.

Fuimos al veterinario, y cuando le conté, él movió su barbijo: “¿19 años?” y abrió los ojos.

Volvimos a casa y la acostamos junto a la estufa y ahí estuvo toda la tarde, hasta que me llamó con un maullido. La arropé en mi pecho y, con ella encima, me tiré en el sillón. Me quedé dormido.

Me despertaron sus estornudos, y no entendí lo que pasaba, la miraba y ella estornudaba. Me quedé mirándola un rato largo, o fueron segundos, hasta que me di cuenta: Mecha estaba aprendiendo a volar. A estornudos, espasmos eléctricos, la mirada perdida. Le empecé a frotar el pecho “Dale Mecha, dale, vos podés, va a estar todo bien Mecha, vamos Mecha, un esfuerzo” Mecha estornudaba, o era su corazón. La llevé al patio: «tenés todo el cielo para vos, Mechita». Ella me miró. Vi el último brillo en sus ojos y me largué a llorar.

La terraza es toda suya. Un regalo volver estos meses a Wilde y pasarlos con ella. El calor que siento es de los rayos del sol, o es ella sigue en mi pecho. Su ronroneo lo seguiré buscando. Creo que se fue para allá bien lejos, si tan sólo pudiera alcanzar el sol. Buen viaje Mecha, te amo siempre.

Aquí ella:

Los animalitos son seres llenos de magia, bondad y vida…

Es hermosa la historia de la siamés, Mecha, «Mechita» le podríamos decir de cariño a pesar de que no la acariciamos, su historía sí nos acarició el alma.

Mechita refleja una conexión con su alrededor, la contemplación de la vida y el amor, la maravillosa experiencia de ser una gata que comía sol, pues a veces creemos que para ser felices se necesita mucho, pero, en realidad, necesitamos menos de lo que creemos.

¿Conoces a alguien que ame a los gatos? Compártele esta historia.

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