Tomar decisiones con confianza es una habilidad que se puede desarrollar con práctica, reflexión y honestidad contigo misma.
No sucederá por magia ni tampoco es una cualidad que pocos dominan, sino que puedes trabajar con el tiempo y lograr dominarla.
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Lo sabemos, te cuesta tomar decisiones porque te sientes insegura o porque crees que algo malo pasará, pero debes soltar ese pensamiento.
Porque esa inseguridad que sientes suele venir del miedo a equivocarte, a perder oportunidades o a decepcionar a otros, pero también de no conocerte lo suficiente.
Por esto, hoy es un buen momento para que comiences a confiar más en ti y así, seas la dueña de tu vida, destino, decisiones y futuro.
¿Cómo tomar decisiones con confianza?
1. Define el problema.
¿Qué es lo que realmente estás tratando de resolver? ¿Qué quiero yo, no lo que otros esperan de mí? ¿Esto va alineado con mis valores y metas? ¿Qué versión de mí estoy eligiendo alimentar con esta decisión?
Son algunas preguntas que puedes hacerte para tener claro cuál será tu siguiente paso y si es por ti o por alguien más.
Antes de tomar una decisión, asegúrate de entender claramente el problema o la oportunidad, porque cuando tienes claro lo que quieres, las decisiones se vuelven más fáciles.
2. Evalúa con la cabeza y con el corazón.
Lo sabemos, te han dicho que debes pensar las cosas con la mente fría y sin involucrar las emociones, pero a veces, son necesarias.
Por esto, haz una pequeña lista mental (o escrita) de pros y contras, riesgos reales vs. miedos imaginados y cómo te hará sentir a corto y largo plazo.
A veces una decisión lógica puede sentirse mal, y una emocional puede ser incoherente. Lo ideal es alinear ambas.
3. Reúne información.
Obtén toda la información más relevante antes de decidir. Investiga, consulta a expertos y considera diferentes perspectivas.
Cuanta más información tengas, mejor será tu decisión. Incluso, tendrás pruebas suficientes que te respalden y te hagan sentir más cómoda al respecto.
4. Considera las consecuencias.
Piensa en las posibles consecuencias de cada opción. ¿Cómo afectará cada decisión a ti y a los demás a corto y largo plazo?
Y acepta que no hay garantías absolutas, porque esperar una certeza total antes de decidir es una trampa. La mayoría de las veces tomamos decisiones con un 75% de claridad, y el resto se va resolviendo en el camino.
Ten presente que confianza no es saber que saldrá bien, es saber que, pase lo que pase, podrás con ello.
5. Sigue tu intuición.
No subestimes el poder de tu intuición. A veces, tu instinto puede proporcionarte una perspectiva valiosa basada en experiencias pasadas.
La intuición no es magia, es sabiduría interna basada en tus experiencias, valores y lo que has aprendido. Si una decisión te da paz interior (aunque te dé miedo), probablemente sea la correcta para ti.
6. Desactiva el miedo a “equivocarte”.
No todas las decisiones son definitivas, por lo que, equivocarte no significa fallar, significa aprender. Cada decisión te acerca más a conocerte y crecer.
Por esto, cambia el diálogo interno en ti y deja de decirte: “¿Y si me sale mal?”, por: “confío en que puedo manejar lo que venga”.
7. Toma acción y evalúa.
Una vez que hayas tomado una decisión, actúa con confianza y monitorea los resultados. Si es necesario, ajusta tu enfoque basado en la retroalimentación y los resultados obtenidos.
La acción refuerza la confianza y, cuanto más decides y avances, más aprendes a confiar en tu criterio.
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