El otro día en Tiktok vi un video de una chica que mencionaba la frase: No te acostumbres a vivir mal y causó un gran impacto en mí.
Aunque ella hacía énfasis en los aspectos “negativos” del hogar, de cómo se descuida o se dejan ciertos arreglos para después, yo lo entendí en un aspecto general.
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Es decir, nos acostumbramos a vivir mal en cuanto a nuestras relaciones personales, laborales y hasta amorosas. Y sí, también lo hacemos dentro y fuera de nuestro hogar.
No lo hacemos por gusto ni tampoco por obligación, sino porque creemos que no hay otra opción o porque sentimos que no hay nada mejor.
Y sí, nos hemos acostumbrado a vivir mal, pero eso no significa que no podamos salir de ahí o que siempre estaremos en modo de supervivencia, porque sí podemos hacer cambios que nos ayuden a obtener algo mejor…
No te acostumbres a vivir mal
El “no te acostumbres a vivir mal” no es solo una advertencia, es una invitación. Una llamada urgente a despertar, a mirar con honestidad nuestra vida y a preguntarnos: ¿Estoy realmente bien, o simplemente me acostumbré a sobrevivir?
A veces, vivir mal no significa estar en la calle o pasar hambre. A veces, vivir mal es estar en una relación donde ya no hay amor, pero te quedas por miedo a la soledad.
Es despertarte cada mañana con un nudo en el estómago porque vas a un trabajo que te apaga.
Y también es rodearte de personas que te restan, que te juzgan, que no te valoran, y tú ahí, esperando que cambien.
Vivir mal puede ser estar desconectada de ti misma, olvidarte de tus sueños, dejar de escuchar tu intuición.
Es resignarte a una rutina que no te inspira, a una tristeza que normalizaste, a una ansiedad que escondes con una sonrisa. Y lo más peligroso de todo esto es que una se acostumbra.
Una aprende a caminar con la herida abierta, aprende a dormir sin paz y aprende a vivir a medias.
¡Es momento de un cambio!
Pero no viniste a este mundo a acostumbrarte, tampoco a sobrevivir, aceptar migajas y menos a sufrir.
Viniste a sentir, a crecer, a amar de verdad, a levantarte cada día con ganas, aunque haya días difíciles.
Viniste a vivir con dignidad, con respeto por ti misma, con luz en el alma, en el corazón y en cada día de tu vida.
No te acostumbres a vivir mal por miedo, por comodidad, por lo que otros dirán.
Porque cada día que pasas sobreviviendo, estás perdiendo la oportunidad de vivir como mereces. Y mereces mucho, más de lo que crees.
Todos merecemos una vida con amor, con calma, con alegría real. Y si hay que soltar, llorar, mover piezas, tomar decisiones valientes, hacer grandes y difíciles cambios, pues que así sea.
¡Deja de sobrevivir!
Ten presente que tu vida es tuya, así que, no te conformes con menos y no te acomodes en el dolor.
No normalices lo que te rompe, lo que te apaga y lo que no te permite ser feliz, porque vivir mal no es vivir y el tiempo tampoco no te espera.
Así que, no te acostumbres a vivir mal, porque hay una vida mejor esperándote del otro lado del miedo.
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