No sé si esto te llegue o si solo se quede en este lugar, pero necesito decirte esto, aunque sea por última vez: mi intención nunca fue irme, pero no parabas de alejarme.
Nunca planeé decir adiós y nunca quise soltar lo que construimos, lo que fuimos, lo que soñábamos. No había nada en mí que buscara alejarse de ti.
Te recomendamos:
Lo que debes hacer si él te escribe después de no hablarte por días
Las discusiones más comunes con tu pareja y cómo evitarlas
¡Échale un ojo al Facebook de Hey Hey Hello! 😉
Al contrario, mi corazón se aferraba con todas sus fuerzas, esperando que en algún momento notaras que me estaba desgastando, que luchaba en silencio por los dos.
Hice de todo para quedarme, pero tú solo me orillaste a terminar lo nuestro, espere a que cambiaras y te dieras cuenta de que era la mujer de tu vida, pero eso nunca pasó.
Mi intención nunca fue irme, pero no parabas de alejarme
Pero, poco a poco, empezaste a alejarme y no fue de golpe. Fue con las ausencias que no supiste ver. Con las respuestas cortas, las conversaciones vacías, las miradas que ya no buscaban a las mías.
Me alejaste cuando dejaste de preguntar cómo me sentía, cuando mis heridas pasaron a segundo plano, cuando empecé a sentir que sobraba en un lugar que antes era mi refugio.
No había un plan, una cuenta regresiva, una estrategia de escape. Al contrario, había ganas de luchar, de reconstruir, de entender.
Había paciencia y había amor. Pero incluso el amor más fuerte se desgasta cuando es ignorado, cuando se siente solo, cuando el otro, sin darse cuenta o sin querer verlo, sigue alejando, sigue cerrando puertas, sigue lastimando sin reparar en ello.
No se acabó el sentimiento, se acabaron las fuerzas para seguir sosteniéndolo sola.
Porque cuando una sola construye puentes y el otro solo levanta muros, llega un momento en el que seguir intentando se vuelve una forma de lastimarse a una misma.
Me fui, aunque nunca quise hacerlo
No me fui porque dejé de quererte, me fui porque empecé a dejar de quererme en medio de todo esto.
Porque sostener algo sin apoyo, sin calor, sin reciprocidad, duele más que aceptar que ya no tiene sentido quedarse.
Quizás desde tu perspectiva fui yo quien se fue, quien rompió la relación y cerró la puerta. Pero quiero que sepas que antes de eso, me despedí miles de veces en silencio.
Me fui un poco cada vez que te pedí atención y no la tuve. Me fui cada vez que quise abrazarte y me sentí sola. Me fui cuando me di cuenta de que amarte me estaba costando demasiado.
No dejabas de alejarme y por eso me elegí
La partida no fue una traición, ni un acto impulsivo; fue más bien, el resultado de una acumulación silenciosa de momentos en los que se intentó estar, pero en donde no fui bienvenida.
Fue el eco de todas las veces que se gritó con acciones y se respondió con silencios. Es la consecuencia de no haber sido vista, ni escuchada, ni valorada, cuando más te necesitaba.
No te culpo y no escribo esto para reprocharte, sino para soltar lo que no dije a tiempo. Para decir que lo intenté, que esperé, que soñé, hasta que ya no pude más.
Me voy con paz, aunque con tristeza. Porque el amarte fue hermoso, incluso cuando dolió. Porque fuiste parte de mi historia, aunque ya no seas parte de mi presente.
Solo quería que lo supieras: yo no quería irme, pero tú no parabas de alejarme, y no dejabas de empujarme hacia la puerta, así que, me quedé hasta que ya no aguante más.
Sí, lo hice muy tarde, pero no tenía el valor de dejarte, porque pensé que eras el indicado para mí y que valías la pena.
Sin embargo, la vida y tú me dejaron muy claro que no es así y que yo merezco a un hombre que me quiera en su vida y me dé el mismo amor que le brindó.
Me alejé por mí y porque esa relación no iba a llegar a ningún lado. Entendí que yo lo di todo y que tú no lo merecías, y por eso, ahora sigo mi camino, en busca de alguien que sí me ame de verdad y que no me orillé a irme de su vida.
Síguenos en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram y TikTok.