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5 ventajas de ser una mujer espiritual (sea o no religiosa)

Todo está en la transparencia de tu ser.

Toma nota y vívelo

Ser una mujer espiritual puede o no estar ligado con creer en una religión o en un Dios.

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En ese sentido, podemos experimentar muchas ventajas al ser espirituales.

Porque no se trata de ir a un templo o rezar, sino de hacer en nuestra vida un espacio para que nuestras palabras y hechos, estén mediados por algo más allá del raciocinio.

Nosotras lo interpretamos como una consciencia elevada, es decir, pensar, hablar, callar, actuar y no actuar según nuestra alma; no la mente, no las emociones.

Es como lograr un equilibrio con empatía y respeto por la vida.

Seamos honestas, de nada serviría creer en una religión si en nuestros actos, somos egoístas.

Así, la espiritualidad le da un espacio a nuestra voz interior que puede conectarse con nuestras buenas intenciones hacia nosotros mismos, hacia los otros y hacia el universo.

5 ventajas de ser una mujer espiritual (sea o no religiosa)

1. Nutres tu interior.

La espiritualidad, si bien, puede conectarse con un punto alto en el cielo o con la vida que nos rodea, surge desde nuestro interior.

De esta manera, es un trabajo constante que nos permite nutrir nuestro interior.

Así, vamos haciendo de nosotras mismas nuestra mejor obra de arte.

2. Aprendes a discernir lo que es tuyo y lo que es del otro.

La espiritualidad nos abre los ojos, comenzamos a entender qué es lo que nos corresponde y qué es lo que está del lado del otro y por consecuencia, no debemos intentar resolver nosotras, sino a quien le toca.

3. Entiendes el valor.

No como la ausencia de miedo, sino cuando te animas a hacer las cosas a pesar del miedo.

Así de fácil en palabras y un poco más complicado en actos.

4. Ayudas al otro, cuando se deja ayudar.

Ser una mujer espiritual es desearle el bien a los demás pero también poner nuestro granito de arena para que así suceda.

5. Aprecias y agradeces.

Es decir, tener los ojos bien abiertos para ver lo que tenemos y agradecerlo.

Más allá de que creas en una religión, puedes creer en ti misma y ser una mujer espiritual que es coherente con lo que siente, dice, piensa, hace y no hace.

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