Ir al psicólogo es una necesidad…
La vida no es sencilla y así como vamos cumpliendo años y adentrándonos en la vida adulta, el grado de complejidad aumenta, por eso decidí ir con el psicólogo.
No fue una decisión difícil, la idea había estado en mi cabeza y un día, después de un episodio muy oscuro de mi vida, pensé: «la necesito».
Te recomendamos
9 cosas que ellos siempre recordarán de una mujer inolvidable
10 canciones de amor para celebrar que tu pareja también es tu amigo
Y no, no considero que esté loca, que sea una mala persona o cualquier otra justificación que pongan los que aún tienen prejuicios al respecto, sólo que no estaba manejando muy bien mis emociones y había llegado a un límite que no quería repetir.
Un buen día, tomé el teléfono y saqué una cita, desde la primera sesión me he sentido mejor y ahora comprendo más eso que había oído que la terapia debería de estar en la canasta básica.
Te lo comparto porque creo que los motivos que me orillaron a hacerlo pueden estarte pasando a ti (o a alguien que conozcas) y quizá necesites un empujoncito para hacerlo y crear un cambio positivo en tu vida.
Los motivos que me llevaron a ir con el psicólogo fueron:
1. Me dolí.
Como lo comenté arriba, tuve un episodio muy oscuro, es decir, me desconocí y esto me dio mucho miedo.
A raíz de un problema con mi pareja, brotaron «demonios» que tenía en mi interior, mi conducta fue más agresiva e incluso peligrosa para conmigo.
El problema dejó de ser de pareja, abrí los ojos, la del problema era yo. No estaba manejando correctamente mis emociones y estaba tirándome a un precipicio emocional.
Vi la necesidad de cuidar de mí y ponerme a salvo de esa faceta que ya me había sorprendido. Pensé en mí.
2. No quería alejar a mi pareja.
Además de ver por mí misma, pensé en que a raíz de eso, no quería alejar a mi pareja.
Así que lo hice también porque si estoy bien yo, es más fácil que el «nosotros» pueda funcionar.
¿Cómo pretendía que una relación de 2 funcionara si una de las partes estaba por los suelos? Eso no pasaría.
Entonces, la armonía y el amor con mi pareja fueron dos motivaciones extras, lo que estaba en mis manos arreglar, debía ser arreglado.
3. Quería saber qué me estaba generando tantos conflictos.
Luego de pensar en mí y en mi relación, me pregunté acerca de lo que estaría pasando en mi interior para que yo llegara al extremo.
Quería descubrir lo que había detrás de esos malestares que me pusieron el pie, quizá mi inconsciente me estaba mandando mensajes para atender algo pendiente.
4. Deseaba una opinión imparcial.
No quise recurrir ni a mi mejor amiga ni a mi familia, primero para no preocuparlos, después para no abrumarlos, además, quería saber si había algo diferente en contarle mis problemas a un especialista.
Una persona lejana a mí, que con un sentido más científico que emocional, me acompañara hasta que encontrara las respuestas.
Recordemos que la psicología es una ciencia y si vamos con alguien calificado, el resultado puede ser más que apropiado.
5. Nunca lo había hecho.
Tiempo atrás había tenido curiosidad en saber qué pasaba en una terapia, así que en esta ocasión acudí con una intención clara y con necesidad de ayuda.
Ya que estamos en esto, si decides ir con el psicólogo, considera lo siguiente:
1. No lo veas como un gasto, es una inversión para tu salud mental y emocional, ¡lo vales!
2. Es un compromiso, no servirá si no eres constante.
3. El especialista debe inspirarte confianza.
4. Existen diferentes vertientes psicológicas, infórmate para que escojas la que te dé mayor confianza.
5. Deberás ser muy sincera con el especialista (muy).
6. No te dirán qué hacer ni te darán consejos salvadores que te solucionen la vida.
7. Es un proceso, no será algo que te mejore la vida de la noche a la mañana.
Si crees que ir a terapia puede cambiar tu panorama y hacerte sentir mejor, no lo dudes, hazlo.
También te puede interesar