Dicen que el novio perfecto sí existe y está ahí afuera, pero yo ya lo conocí y no fue para mí.
Te recomendamos – Me quedé a dormir con mi galán y sólo hicimos eso
Muchas personas creen en las almas gemelas o en el príncipe azul que resolverá todos sus problemas… yo no. Incluso me atrevería a decir que he considerado los beneficios del poliamor (pero eso es tema de otro post). Aún así, conocí a un hombre que bien podría cumplir estos requisitos.

Nos presento una amiga en común y, al gustarnos, decidimos empezar a salir. Nunca había tenido cenas tan placenteras con temas de conversaciones tan prácticos, además de que nuestros puntos de vista concordaban. Tenía todas las atenciones conmigo y le agarré un cariño casi al instante. No había día que no me hiciera reír y sonreír (en vivo o por mensaje). Conocí a sus amigos y el a los míos, nos caímos todos de maravilla y todo parecía indicar que me casaría con él en algunos años.
Solamente había un problema: la química.
Ambos nos dimos cuenta que éramos muy buenos amigos, pero nada de amantes. Tuvimos relaciones una vez, pero el sentimiento fue rarísimo, con cero pasión y mucha incomodidad. Seguimos juntos las siguientes dos semanas hasta que acordamos ser amigos, ya que forzar la química nunca ha funcionado.
![]()
Conocí al que pudo ser el amor de mi vida, el novio perfecto, el McDreamy de mi Meredith, pero al parecer la biología y psicología no estaban de nuestro lado. Sorprendentemente no acabé muy frustrada (sólo un poco) y decidí tomar esta situación con el mejor humor posible, como deberían hacerlo ustedes si les llega a pasar.
Además, me acordé de las sabias palabras de Cristina Yang:

¡Danos Like en Facebook!
Te recomendamos:
Instagram avisará cuando hagas captura de pantalla
Esto es lo que puedes hacer para mantener la calma y controlar el estrés