Hace muchos años tuve un ex y siempre que peleábamos (que era muy seguido) yo aguantaba sólo 5 minutos bien y después empezaba a llorar.
Me chocaba que esto pasara, sentía que era súper débil y que era difícil que me tomara en serio si tenía la nariz llena de mocos y los ojos llenos de lágrimas.
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Es más, a veces empezaba con una lágrima y me daba tanto coraje que se me hubiera derramado que eso me hacía derramar muchas más…
Más de una vez él se paró de la mesa y me dijo: “No sabes hablar, siempre lloras”. Esto, como te puedes imaginar, me ponía peor y me hacía sentir que él tenía la razón.
Muchas peleas después, mucha terapia después y muchos novios después ahora sé que estaba muy equivocada en sentirme así. Si quiero, voy a llorar y si te pone incómodo, ese es tú problema. Llorar no quiere decir que me vas a dar la razón, quiere decir que para mi este tema es emocionalmente intenso y que tal vez así es como saco la frustración.
Si te pasa, se vale tomar aire, salir por un momento y recuperar la compostura (si eso te hace sentir mejor). Si no, aprende a lidiar con tus lágrimas y a no sentirte culpable porque las estás derramando.
No estoy diciendo que debes de llorar como Magdalena cada vez que hay conflicto, sólo estoy diciendo que no debes de pensar que llorar te hace ser débil o hacer menos válido tu punto.
Si tu novio te ve llorar y se desarma, sólo asegúrate de no olvidar lo que querías decir.
Si sabes que un tema será difícil que lo puedas tratar sin trabarte en llanto, escríbele una carta. De esta forma podrás llorar mientras la escribes, él podrá leer la historia completa y así pueden llegar a un acuerdo mutuo.
El punto es, no te sientas mal por llorar. Llorar ayuda a sacar la frustración y es una manera del cuerpo y la mente de sacar emociones. Acepta las lágrimas y vas a ver que será mucho más fácil controlarlas.
[Foto: Dahiana Candelo/ Unsplash]
