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Convéncete a ti misma de ir al gym aunque estés sumamente cansada

Siempre habrá motivos para no ir... eso no significa que sean buenos motivos.

Después de leer esto la decisión ya no será tan difícil de tomar

Todos los días vivimos ese momento en el que tenemos que decidir si vamos al gimnasio o no. Una decisión pequeñísima que es, en realidad, la más trascendental de todas las que tomamos en el día.

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Cada mañana (o tarde o noche) nos encontramos ante la disyuntiva de ir al gimnasio o dormir 5 minutos más, seguir trabajando, ver a tu mejor amiga o preparar la cena de tus hijos. TODOS los días.

Pero esto es mucho más que una simple decisión. Una decisión cualquiera puede ser ponerle jitomate o no a tu sándwich o usar una blusa verde en lugar de una azul. Sin embargo, la decisión de ir o no al gimnasio esconde una decisión mucho más importante.

¿Construir, o no, una mejor versión de ti misma?

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Aunque nuestros días estén llenos de pequeñas decisiones que conforman nuestro camino, la realidad es que muchas de las cosas que hacemos no las estamos decidiendo. Ir a trabajar no es realmente una decisión (aunque los filósofos dirán que sí) pero no es que tengamos muchas más opciones. O trabajas o no comes.

Llevar a tus hijos al colegio, comer, respirar… Muchas de las cosas que hacemos suceden en automático y sin que las elijamos verdaderamente.

Pero hay una decisión que siempre tienes que hacer. Todos los días. Ir al gimnasio o no. Y todas tenemos esos 2 minutos de duda entre levantarnos de la cama y salir a hacer ejercicio o seguir exactamente en donde estamos.

Ahora, existe un secreto para que esa decisión sea tomada más rápido y con menos pesar. Todas sabemos que DEBEMOS ir al gimnasio, que sería lo mejor para nosotras y para nuestro cuerpo y la salud y todo el choro mareador que queramos.

Pero entre saberlo y hacerlo siempre hay un momento de duda.

Piensa en el cuadro completo. Cada vez que estés frente a esa horrible y desgastante disyuntiva piensa en el cuadro completo de tu vida, piensa en cómo te vas a sentir cuando sea más feliz, más sana y más delgada (o tonificada); piensa en el cuadro completo más allá del instante que estás viviendo.

Porque sí, siempre será mucho más tentador quedarte haciendo lo que estás haciendo que ir a sudar al gimnasio, pero quedarte no te acerca a la escena que quieres para ti misma.

No te hará más feliz a largo plazo, ni te hará más delgada a largo plazo, ni te hará más sana a largo plazo. Tu felicidad será momentánea… pero no estará contribuyendo al desarrollo de tu felicidad general.

Siempre habrá motivos para no hacer ejercicio y muchos de ellos nos parecerán inamovibles (trabajo, los niños, lavar la ropa, la amiga que no has visto en años), pero eso no significa que sean buenos motivos.

Cuando tengas que decidir entre ir o no, piensa más allá de la felicidad presente de tu sillón o tu oficina o tu cama y concéntrate en la felicidad que sientes cuando logras bajar una talla o cuando te compras un pantalón que se te ve increíble. Esa es la felicidad que dura más tiempo… la de sentirte bien contigo misma, la de verte bien frente al espejo.

Y podemos ir más allá. Piensa en si la decisión que vas a tomar en este momento te ayudará a cargar esa caja que vas a querer mover cuando tengas 60, o si te permitirá cargar a tus nietos cuando tengas 70. Esta decisión, ¿te permitirá ver a tus hijos casarse? ¿O la hamburguesa que te vas a cenar en lugar de ir al gym pone en riesgo esa escena del cuadro general de tu vida?

Cuando lo ponemos desde esa perspectiva… La decisión ya no parece tan complicada, ¿no creen?

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