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Entiendan: Las mujeres NO sólo somos vulneradas cuando nos penetran

Un caso lamentable de la vida real

¡Indignante!

¿Qué pruebas se necesitan para demostrar que la integridad física, sexual y emocional es corrompida en una mujer cuando se hace con alevosía? ¿Que sea en contra de su voluntad? ¿Que haya penetración pene-vagina? ¿Que no haya placer? ¿Que haya sustancias de por medio? ¿Que sea entre conocidos? ¿Qué por ser «intento» de violación no cuenta?

¿Cómo podemos hacer entender al mundo que cuando alguien intenta tocarte, te toca o te penetra con su miembro u otro objeto y uno está en desacuerdo, o ni siquiera está en el estado mental para dar consentimiento, ya es un delito?

El caso de Daphne nos tiene a todas pendiendo de un ala, una chica que a los 17 años sufrió abuso sexual, le tocaron los senos, le metieron la mano bajo la falda y le introdujeron los dedos a la vagina, pero como fue «intento» de violación, el «porky» (como ha sido conocido en esta lamentable historia) quedó liberado de cargos, porque a pesar de haber admitido ante la ley que la tocó en sus parte íntimas, el juez decidió otorgarle a Diego, de 21 años, un amparo en contra de la aprehensión pues, según él, no tenía intención de penetrarla.

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Quisiéramos que esto que acabas de leer se tratara de una película, pero no, está pasando y pasó en Veracruz, en pleno siglo XXI, ante los ojos de las autoridades municipales, locales y federales.

Sí, el caso está inundado de corrupción y desesperanza, pero reflexionemos al respecto, ¿de qué manera podemos estar tranquilas cuando la sexualidad de una mujer es reducida a la penetración?

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Claro, no es lo mismo un «intento de asalto» a un «asalto», porque en el intento de asalto no logran despojarte de tus pertenencias y queda el trillado «no pasó a mayores», «sólo el susto», «lo material se repone»…

Un «intento de violación» sí corrompe el espíritu y la integridad de una persona, sea hombre o sea mujer, crea un trauma, está acompañado de conflictos en todos los sentidos, desde psicológicos, familiares y físicos.

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Además de la evidente falta de contemplación a los derechos humanos, debemos ver una realidad y tratar de cambiarla, las mujeres NO sólo somos vulneradas cuando nos penetran.

Además, Diego no fue el único que participó en la agresión a Daphne, hubo otros 3 hombres involucrados esa noche de 2015.

¿Y si nos tocan en contra de nuestra voluntad? ¿Meternos el dedo no es transgredir nuestro cuerpo y mente? ¿Acaso la ley no entiende que nuestra intimidad no se encierra en la penetración oral, vaginal o anal?

Si el acoso visual es todo un caso, caminar por la calle y que te se te queden viendo con morbo, o tengas que escuchar expresiones subidas de tono, dudar si usar falda o vestido porque atraes más miradas, ya puede estar restringiendo nuestro comportamiento y estilo de vida, debemos al menos indignarnos por lo que pasó con Daphne y por la resolución del juez.

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Según el juez, el manoseo no es considerado un acto sexual, y como el acusado no buscaba satisfacer un deseo sexual, no existen suficientes pruebas para que Diego siga privado de su libertad. Como era de esperarse la familia impugnará el resultado por lo que el presunto responsable no ha quedado en libertad.

Lo que no debemos hacer ante casos así es quedarnos calladas, y transmitir a nuestras hijas, sobrinas, amigas o a cualquier mujer, la seguridad de que su cuerpo es su templo y nadie debe de corromperlo, que su sexualidad debe ser defendida con justicia y dignidad, y que nunca debemos aceptar, ni siquiera de nuestra pareja, algo que vaya en contra de nuestra integridad física, emocional o sexual.

Si tenemos hijos, es el mismo discurso, nadie tiene derecho a tocarlos en contra de su voluntad o hacer cosas que no deseen.

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Ambos, hombres y mujeres debemos de fomentar, creer y crecer conociendo al respeto entre las personas, como la mejor manera de establecer vínculos.

Lo que le pasó a Daphne es lamentable, lo que hizo Diego y sus amigos es reprobable, la resolución del juez es absurda, sólo nos queda seguir al tanto de caso y esperar un final que deje en paz a la víctima y que sea un avance a los derechos de las mujeres.

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