A veces queremos y apreciamos mucho a nuestra pareja, aunque a veces ella no contribuya a nuestro bienestar.
Entonces hay que decidir entre seguir en una relación que asfixia pero a la que estamos apegadas, o renunciar a ese amor y seguir adelante con todo lo que eso implica.
Lo más sabio es lo segundo, pero cuesta, nos hace sentir tristes, fracasadas y sin un rumbo cierto.
Sin embargo, en algún momento debemos estar seguras de que lo superaremos, y descubriremos con el tiempo que esa decisión fue la más acertada.
Ahora bien ¿cómo sabemos que debemos salir de una relación estresante?
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1. Cuando tu humor cambia de manera repentina.
Por ejemplo, regresas de verlo y te sientes más estresada o enojada con el mundo.
2. Cuando la otra persona no se cuida bien.
Te sientes preocupada por su salud, seguridad y cuidado propio todo el tiempo.
Es decir, de repente debes asumir una responsabilidad que no quieres.
3. Cuando la otra persona sufre depresión.
Pero de una manera tan severa que te afecta y te hace sentir triste.
4. Cuando no hay un futuro en la relación.
De alguna manera sabes que estás dentro de la categoría «relación casual» y que no hay posibilidades a un compromiso más serio.
5. Cuando te atrapa el drama.
Te cuesta dejarlo porque piensas que podrías hacerle daño, incluso descuidando tu bienestar.
6. Cuando te descuidas a ti misma.
Tanto en apariencia física como en estado emocional.
7. Cuando comienzas a ver todos sus defectos.
Y estos suelen tener más peso que sus cualidades.
8. Cuando la otra persona no atiende tus necesidades de cariño.
Eres tú la que entregas y cedes; y la otra persona no se esfuerza por la relación.
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