Les voy a contar sobre mi única relación a larga distancia.
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Hace 3 años conocí en una fiesta a un holandés muy atractivo. Platicamos, reímos, bebimos y acabó por invitarme a salir al día siguiente. La química fue instantánea, teníamos gustos similares y no había hora que no nos riéramos a carcajadas. Solamente había un problema, él se regresaba a Nueva York (donde vivía) en tres meses y yo me iba de intercambio a Berlín. Disfrutamos esos tres meses como estoy segura pocas parejas lo hacen. Al momento de despedirnos en el aeropuerto las lágrimas corrían a cántaros. Prometimos seguir juntos sin importar la distancia y… ser abiertos.
Siendo muy racionales los dos, decidimos que nos seguiríamos amando a pesar de tener encuentros con otras personas, a fin de cuentas me iba de intercambio y él quería que lo disfrutara al máximo sin preocuparme por él y sus celos. Y así fue. Durante esos seis meses hablábamos diario, hubo una que otra pelea por la distancia, pero mantuvimos el amor. La clave era siempre ser honestos y teníamos una cita por Facetime semanal.
Al acabar mi intercambio, decidí irme otra vez seis meses, pero esta vez a Nueva York… a vivir con él. Aquí fue cuando todo cambió. Vivir con una persona no es una decisión que deba ser tomada a la ligera o simplemente porque la persona vive lejos y es la opción. Descubrimos que en el quehacer éramos muy distintos, él era my obsesivo con la limpieza y yo un poco más flexible. Además, estaba de intercambio también en Nueva York y quería disfrutar cada momento y salir a explorar la ciudad.
Al finalizar mi intercambio volvimos a partir con lágrimas, pero yo ya estaba convencida que él no era el indicado. Nos habíamos dejado llevar por la emoción y el drama de la distancia y las reacciones de la gente en redes sociales cuando nos reencontrábamos. Cinco meses después de que regresé, me vino a visitar por dos meses y la pasamos bien, pero esta vez, la despedida fue final. Decidí ponerle un alto a la situación mientras podía. Ahora lo recuerdo como algo lindo y hablamos de vez en cuando, no sé si nos podamos llamar amigos, pero así es como acabó mi única relación a larga distancia.
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