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Cuando el amor es tan fuerte solo una cosa puede arruinarlo…

El amor es constante y creativo

¿Coincides?

Existen momentos en nuestra vida que nos marcan, conocer a la persona con la que queremos estar el resto de nuestros días es una de estas experiencias que nos definen.

Así, de sólo conocer a una persona, se derivan otros hechos igual de especiales: la cita que confirmó la química, el beso que estalló los nervios, el viaje que consolidó la compatibilidad…

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De un hecho de nuestra vida surge un amor que contagia nuestro ambiente y personalidad.

Esta unión de sucesos positivos, el éxtasis de amar y ser amado, el sentimiento de agradecimiento por el amor que encontramos, puede venir acompañado por tensión cuando las expectativas no se cumplen.

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La Real Academia Española define a la decepción:

1. Pesar causado por un desengaño.

2. f. engaño (‖ falta de verdad).

Esta decepción es lo más peligroso que puede acompañar la locura del amor, pues si bien, al estar en una relación debemos asumir compromiso y lealtad como valores básicos, también se requiere de ilusión y entusiasmo para que el amor prevalezca.

El papel que juega la decepción por la falta de cumplimiento de expectativas se puede presentar de 3 formas principales: cuando no nos cumplen nuestras expectativas, cuando sentimos que no cumplimos las de nuestra pareja y cuando en sí la relación no satisface nuestras expectativas.

Es decir, una aplica en la pareja, otra en nosotras mismas y otra en la relación en general.

Consecuencias de la decepción

Como consecuencias de la decepción tenemos muchos problemas comunes que enfrentan las parejas, ese desaliento empieza a presentarse con distanciamiento, mentiras e irritabilidad, todo un combo de disparadores de emociones negativas.

Obviamente, esto provoca problemas más puntuales como faltas de respeto, infidelidad, intolerancia e incompatibilidad al extremo.

Es decir, lo que falló no fue tal cual lo que sentían el uno por el otro, sino la idealización y las expectativas.

A veces se exige mucho a la pareja, se espera que sea como nosotros soñamos, que haga lo que nosotras haríamos, y perdemos de vista que fuimos nosotras quienes decidimos estar con ellos y que aceptábamos su forma de ser.

En otros casos, nos exigimos tanto a nosotras mismas que la relación se convierte en estrés, en siempre hacer las cosas bien y cuando esto no pasa, nos frustramos, la impotencia se apodera de nosotros.

Por otro lado, solemos pensar que la relación cambiará y será más como esperamos, pero en realidad no es así, el tipo de relación se construye desde 2 puntos, es decir, desde 2 personas.

Algo así decía Julio Cortázar: «me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado».

¿Qué hacer al respecto?

De entrada no será nada fácil, en verdad se requiere luchar, se necesitan ganas, se debe defender lo que se hace y lo que se tiene…

Se debe buscar la reciprocidad, ceder, conceder, y nunca faltarse al respeto.

Entender que la comunicación requiere disposición para escuchar, argumentos que aporten a la situación y silencios que sirvan para escuchar al otro, no gritos.

Pero sobre todo, siempre conquistar al otro sin dejar de amarse a uno mismo.

Si quieres que tu relación funcione, no debes dejar de hacer lo que sabes que hace bien a tu pareja, a ti misma y a la relación en general.

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