Los 30 es una edad absolutamente increíble, porque podemos vernos y sentirnos tan bien como a los 20 (o mejor) y tener la actitud de una mujer adulta de los 40.
Somos más asertivas con nuestras elecciones, conocemos nuestras fortalezas y debilidades, y aprendemos a dejar de ser tan críticas con nosotras mismas. Además, por lo general, ya sabemos o tenemos idea de cómo proporcionarnos bienestar.
Pero además de todooo esto, hay preocupaciones que desaparecen y que en realidad nos hacen la vida más simple, más enfocada y con más conciencia de nuestro interior.
Entonces, si ya estás en tu tercera década o estás a punto de transitarla, te compartimos 10 de las preocupaciones que desaparecen a esta edad:
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1. No te da vergüenza desnudarte frente al otro.
A los 30, de seguro, ya has tenido intimidad con otras personas; y eso te ha dado seguridad de cómo se ve tu cuerpo desnudo y lo importante que es dejar las inhibiciones cuando compartes la cama con otro.
2. Deja de importante la opinión de los otros.
Quizá no por completo; pero cuando enfrentas dudas sobre cualquier situación, sabes cuáles son las opiniones que en verdad te importan y confías.
3. Deja de importarte si te ves bien o no.
Ya tienes idea de las prendas y las cosas que se ven bien en tu cuerpo y te favorecen; así que no estás tan pendiente de estar «a la moda» sino serle fiel a tu estilo.
4. Sabes decir que No.
Estás consciente que siempre puedes negarte a hacer algo; ya sea que no te agrade o interfiere en el resto de tus responsabilidades.
5. No te da miedo quedar embarazada.
Sabes que si esa situación ocurriese; lo podrías criar, mantener y salir adelante sin ayuda de nadie.
6. Confías en que puedes manejar situaciones incómodas.
Sea la que sea, ya tienes cierta idea de cómo reaccionar y responder a distintas situaciones de la vida, incluso cuando involucren a la persona que sea.
7. Dejas de pensar si estuvo bien o mal lo que estudiaste.
¡Vamos! Si te equivocaste de carrera profesional; ya ni te pasa por la mente estudiar otra, sino hacer todo lo posible para que esa que elegiste ¡funcione!
8. Dejas de echarle la culpa a tu mamá por tus conflictos internos.
Sabes que tus padres intentaron hacer lo mejor que pudieron contigo; y que bueno… ¡ahora te toca a ti misma ayudarte!
9. Dejas de gastar dinero en cosas que no necesitas.
No sólo valoras más las cosas materiales que tienes (pues te cuestan dinero); sino que evalúas cada cosa antes de comprarla.
10. Dejas de preocuparte (tanto) por tus fracasos.
Eres más consciente de que las fallas te enseñan a crecer, a tomar mejores decisiones, y a alcanzar aquello que te has propuesto.
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