Querido, quiero explicarte algo: yo no estoy en esta vida para sufrir por ti i por nadie. A mí no me mandes reclamos por Whatsapp, a mí mándame poemas o fotos sexies.
No estoy para leerte cuando tus emociones hablan antes que tu cordura, entiendo que necesitamos hablar y expresarnos para poder seguir en esto de «conocernos» pero entonces hagámonos un favor, evitemos hacer problemas las diferencias entre nosotros.
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Cuando me escribes enojado no puedo saber a ciencia cierta las intenciones de tus líneas y ya no quiero perder el tiempo en malinterpretaciones baratas.
Cuando algo «malo» ocurra entre nosotros que necesite ponernos un poco más serios, hagamos una cita, veámonos la cara, entendamos nuestras posturas y sigamos adelante.
No tienes ninguna necesidad de poner a tus dedos a escribir a mil por hora, ni yo de silenciar tu conversación para evitar engancharme más con tus escritos.
Recibo feliz tus saludos y deseos de buenas noches, pero no podré hacer lo mismo cuando tengamos que hacer aclaraciones, tus dudas pueden parecerse a reclamos y no estoy para aguantarlos.
Debo ser honesta, me interesas lo suficiente como para ver que te equivocas y no decir nada.
Por cierto, no quiero que creas que esta postura se la debo a mi soberbia, se trata de evitar que nos dejemos llevar por las emociones negativas estando a distancia, el Whatsapp es un arma de doble filo del que no quiero que salgamos heridos.
Querido, en realidad me interesas, así que evitemos ponernos en contra por usar mal la tecnología, los problema se arreglan de frente y todo lo bueno, maravilloso y excitante de la vida puede reproducirse en todas las formas que quieras.
No seamos de esas parejas que todo lo quieren solucionar por mensaje…
