Hace un par de semanas tuve una experiencia muy incómoda con un chofer de una de esas apps como Uber que se llama Lyft.
Por lo regular, siempre que he usado estos servicios, la experiencia había sido positiva, nunca me había pasado algo que me hiciera sentir incómoda o en peligro. Hasta que pasó por mi este hombre un viernes a las 2 de la tarde.
El tipo empezó a hablar de cómo el mundo era mejor antes cuando la gente se vestía mejor y se arreglaba más, como en la edad media las mujeres usaban vestidos gigantes para ir a los bailes en los castillos.
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Yo le dije que yo por el contrario, estaba feliz de que esa época se hubiera acabado porque seguro me hubiera desmayado usando esos vestidos con corset. Ahí fue cuando todo se fue al diablo. El tipo me contestó: «Yo creo que te hubieras visto muy ‘hot'».
Cuando escuché esto, decidí mejor ya no contestar nada y fingir demencia. Dos cuadras después llegamos a mi destino y mientras estaba tratando de sacar a mi hijo de su auto me dijo: «Si algún día te pones uno de esos vestidos, mándame una foto».
¿¡QUÉ TE PASA?!
Como pude cargue a mi hijo, jalé mi bolsa y me fui sin contestar ni voltearlo a ver. Súper incómoda por lo que había pasado.
Así que decidí reportarlo. Aquí es donde la historia tiene un final feliz. Mandé un mail a Lyft contando lo que había pasado y explicando que este tipo era una amenaza latente. El equipo de Lyft me contestó en menos de cinco minutos.
Me aseguraron que nunca más me tocaría él como chofer y que además tomarían medidas para que esta persona dejara de hacer sentir incómodos a sus pasajeros. No sé si lo suspendieron o si le dieron una advertencia, pero estoy segura de que hicieron algo porque estos incidentes no se toman a la ligera.
Para muchos puede parecer exagerado, pero para mí y para muchos otros no. Si te pasa algo así, di algo, no te lo calles porque crees que es algo pequeño o porque te queda la duda si iba con buena o mala intención.
Si te hizo sentir incómoda, dilo. Es la única manera de cambiar las cosas y de evitar que los hombres crean que sus piropos son lo que queremos oír.
[Foto: Roberto Tumimi/ Unsplash]
