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El peligro de acostumbrarse a la frialdad del amor

Dejarse amar también es de valientes

No te conformes

¿Alguna vez te ha pasado que te conformas con un amor frío y distante? Sí, estar junto a una persona que no es muy expresiva, cariñosa o tierna…

Alguien que en contadas ocasiones podrá dejar ver más la dulzura de su interior pues no le guste verse vulnerable.

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O quizá sea alguien que, en muchas ocasiones sea tierno y dulce, pero cuando aparezca alguna incomodidad se transforme en todo lo contrario, seriedad y silencio.

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La frialdad en el amor también puede manifestarse en una persona que no desea compromiso, que prefiere su soledad y compartir uno que otro momento en pareja.

Así, son los episodios de intimidad donde se permite mostrar más calidez y cariño.

El peligro de acostumbrarse a la frialdad del amor nos lleva a acostumbrarnos a estar con alguien así, alguien que deba vernos desnudas para acariciar nuestra piel sólo en un arrebato de pasión y deseo.

Acostumbrarnos a palabras comunes, nada de apodos ni palabras de cariño.

Nos resignamos a tener a nuestro lado a una pareja que, aunque no nos satisface al cien por su falta de ternura, lo aceptamos porque es lo que tenemos y exigir cariño, ternura o romanticismo nunca da buenos resultados.

Lo peligroso de sólo conocer frialdad

El problema de acostumbrarnos es que… cuando después nos dan más lo que estábamos acostumbradas a recibir no sabemos cómo comportarnos, no sabemos cómo recibir el amor, el cariño.

Y, entonces, lo que antes esperábamos tener, llega para ya no ser querido; esos besos en la frente, los masajes en la espalda, la ternura de un beso en la nuca al hacer cucharita… lo que siempre quisimos ya nos resulta ajeno.

Comenzamos a pesar que ya no lo queremos o que no lo merecemos, que son cosas de películas o cuentos de hadas, que las noches color de rosa existen sólo en las novelas románticas.

Esto pasa cuando nos permitirnos aceptar menos de lo que merecemos y no sólo eso, nos aferramos a esa sensación de que «está bien» recibirlo.

Así, perdemos un poco de ilusión, perdemos un poco de nuestra personalidad y de nuestras ganas.

Por eso, sólo procura ser siempre consciente de lo que vales y de lo que eres capaz de dar, más allá de caricias «de película» no permitas recibir menos de lo que te mereces.

No te acostumbres a que no puedan cumplir con tus expectativas, claro, sé flexible, permite que la otra persona te ame con lo tiene, pero no te traiciones, no te conformes.

Y, sobre todo, cuando llegue a alguien que te dé lo que no estabas acostumbrada, déjate amar, recuerda que dejarse amar también es de valientes.

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