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Así es nuestro México y me llena de orgullo mi gente

Somos Mexicanos

¡Sí se puede!

Ayer por la mañana acudí a un centro de acopio a dejar víveres y artículos de higiene, por la tarde después de mi labor, tomé el metro, pude notar como mucha gente desconocía que el servicio era gratuito y el oficial de policía tenía que indicarles que podían pasar sin pagar.

Sin embargo, ya sin el peso que cargaba y con la calma de horas transcurridas sin otro movimiento telúrico, observé a mi alrededor, no esperando ver fachadas caídas, postes chuecos o banquetas con escombros, comencé a sentir la sangre de México.

Me llené el pecho de orgullo y los ojos se me cargaron de lágrimas, la gente estaba más gentil que de costumbre, sonreían y estaban de pie, trabajando, comencé recordando las atenciones de la pareja que minutos antes, a mi novio y a mí, nos habían vendido una torta de tamal.

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Después, sentada en un asiento del vagón del metro, una pareja a mi lado hablaba de los daños que su auto había sufrido, pero el protagonismo de su charla era el que pudieron salir de casa a tiempo, todos juntos y abrazarse al centro de la calle.

Enfrente de mi, estaba un señor vestido de traje con aspecto muy serio que le dio la hora y una gran sonrisa a una señora que le preguntó la hora.

En otro asiento alcancé a notar a una señora que llevaba su bolsa de mandado llena de víveres y además, 3 bolsas de pañales que, desde aquí, sentí serían más que bien recibidos.

Pero lo que terminó de iluminarme fue un muchacho, más joven que yo, cálculo tendría unos 25 años y 1.70 de estatura, llevaba entre las piernas 3 cubetas nuevas, en ellas, costales doblados matemáticamente para que cupieran muchos, sobresalía el mango de una pala aún no estrenada y su ánimo de ayuda.

Viajaba con la espalda recta pues no se quitó la mochila para sentarse, estoy casi segura que taía adentro más costales doblados al igual que en la otra bolsa que cargaba.

Viajaba solo pero con ilusión, con determinación, con empeño, con seguridad de lo que en horas después estaría haciendo.

Iba con botas, gorra, lentes, jeans y los tatuajes de sus brazos me hicieron confirmar que hay muchos jovenes que tienen nobleza y empatía para compartir.

El nudo en la garganta fue inevitable, me sentí orgullosa y contenta de encontrar en la adversidad estampas tan bonitas, momentos en los que todos somos México, corazones que sienten la pena de otros y somos capaces de salir y hacer algo: ayudar.

Así que, sigamos ayudando, si puedes donar, dona; si puedes ir a remover escombros, ve y hazlo; si puedes comprar botas y palas, cómpralas; si quieres rezar, reza, a estas alturas que cualquier ayuda que se haga de corazón es bienvenida.

Estoy segura que ese chico, compró todo para ir a ayudar, así que desde donde me lees, ayuda, como sea, pero que venga de tu corazón.

Ama tu vida, disfútala, procura a tus seres queridos, no pierdas tiempo en vanalidades, agradece cada amanecer y cada anochecer, valora las cosas simples de la vida como una siesta en el sillón o la risa de tu sobrino en la sala.

via GIPHY

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