Hay un dicho que va así: “más vale sola que mal acompañada”. Probablemente lo has escuchado o lo has mencionado, sin embargo, a los 30 cobra sentido.
Tal vez, antes lo decías, pero no lo sentías. Creías que era mejor estar con alguien y no ser una solterona o quedada.
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Nos conformábamos con un amor cualquiera, alguien que medio nos quería o nos quería su manera, pero en realidad no era una relación sana.
Aceptábamos que nuestro “amor” tuviera dudas o que nunca demostrará su afecto. Vivíamos dando más amor y recibiendo migajas.
Mal acompañadas
Todas las mujeres hemos estado con mala compañía, nos dejamos llevar por el exterior y nos olvidamos del interior.
Lo de afuera era perfecto que preferíamos la apariencia y no la realidad.
Sin embargo, eso nos enseñó que la envoltura no era lo importante, sino conocer a la otra persona a fondo.
Mal queridas
Desgraciadamente todas las mujeres hemos sido mal queridas, debido a que aceptamos una mala compañía, también aceptamos un “amor” a medias.
Pero, tener un mal amor fue lo que nos enseñó a valorarnos más y a solo aceptar a las personas que sí nos quieran y que lo hagan bien.
Mejor solas
Con el paso de los años y precisamente cuando llegamos a los 30, dejamos de temerle a la soledad, empezamos a apreciarla y a valorarla.
Preferimos estar con alguien que de verdad nos quiera y nos aprecie todos los días, que nos lo demuestre y que no sea indeciso.
Sabemos que merecemos algo bueno, sano y no algo perfecto.
Después de las incontables situaciones que tuvimos con patanes, preferimos estar solas, hasta encontrar a la persona que desee lo mismo que nosotras.
Que quiera luchar todos los días por la relación y no solo en los días buenos, que nos quiera todos los días y no solo a ratos.
Y tú… ¿Prefieres estar sola o mal acompañada?
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