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¡Toma nota!

¡Toma nota!

Nosotros continuamente te estamos dando recomendaciones para viajar, para ser honestos, nos gusta recomendarte los lugares en donde sabemos que hay garantía de acumular experiencias memorables, te hemos hablado desde Berat, la ciudad de las mil ventanas; hasta el panteón rumano que relata la vida de sus difuntos con imágenes en las tumbas o la iglesia rusa hecha sin clavos.

Por supuesto son lugares que se depositaron en nuestra memoria y que no saldrán de ahí, mucho menos con la información que confirmó el estudio del Dr. Thomas Gilovich, profesor de psicología de la Universidad de Cornell.

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En la investigación que por cierto duró 20 años, el psicólogo expone que viajar es la mejor manera de gastar dinero, lo que va en contra para todos aquellos que creen que una gran casa o el automóvil último modelo es el medio para hacernos de felicidad.

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sí, nosotros también te compartimos información de los últimos modelos de Tesla, pero te explicaremos lo que el especialista llama «La paradoja de las posesiones».

La paradoja de las posesiones consiste en 3 razones por las que viajar es la mejor manera de ser feliz si lo comparamos con hacernos de bienes materiales:

1. La adaptación a lo nuevo
En la investigación, el especialista sostiene que el ser humano se adapta con rapidez a lo nuevo, lo que, por supuesto disminuye la emoción, la fiebre de las cosas nuevas se va apagando para que pasen a ser parte de la normalidad.

2. No nos conformamos
Siempre hay algo más que desear, un auto nuevo, un auto mejor, una casa más grande o el iPhone más reciente.

3. Las comparaciones
Nuestra estabilidad laboral o económica, el modelo de automóvil, o cuántas veces el vecino remodeló su cocina, las personas se comparan por naturaleza, lo que crea una sensación de siempre estar compitiendo y nunca estancarte a ojos de otros.

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Para Gilovich los objetos y los viajes tienen una diferencia notable para dar una felicidad real, «compramos cosas para hacernos felices, y lo logramos. Pero sólo por un tiempo. Las cosas nuevas nos emocionan al principio, pero luego nos adaptamos a ellas.»

Así, parece que las experiencias que no tocamos, que no son palpables, que sólo permanecen en nuestra memoria, en verdad tienen un valor mucho más alto y genuino que los objetos cuyo precio tiene varias cifras.

¿Qué opinas? Nosotros, que es momento de viajar.

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Vía nuestro partner El Personalista.

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