Enamorarse de tu mejor amigo no es algo fácil, pero sí tiene fácil salida.
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Cuando regresé de mi año fuera, todo parecía volver a la normalidad. Mis sentimientos por mi mejor amigo ya eran meramente de amistad y los dos seguimos con nuestras rutinas de mejores amigos. Yo me encontraba en una relación de larga distancia con un novio que conocí de intercambio y la vida no podía estar más en orden.
Tomamos clases juntos y seguimos en el mismo trabajo en el que nos conocimos, ambos con mejores puestos claro. Nuestro trabajo involucraba ir a festivales de música, entonces pasábamos gran parte de nuestro tiempo divirtiéndonos. Fue precisamente en uno de estos festivales de música que ocurrió lo que más temía. Los dos bebimos de más, pero muy de más. A eso de las 4 AM nos aburrió la banda en turno y decidimos ir a seguir la fiesta a nuestra tienda de campaña que compartíamos con otros amigos.
Ahí empezamos a jugar retos con alcohol de por medio y con otros dos de nuestros amigos (que eran pareja). Poco a poco los juegos escalaron y no puedo recordar cómo, pero acabé sentada en sus piernas besándolo. Para ese entonces nuestros amigos decidieron huir silenciosamente. No sé qué tan sabia fue esa decisión, porque al encontrarnos solos… pues ya se imaginarán.
Al día siguiente yo no sabía cómo reaccionar, así que al principio hicimos como que nada pasó. Pero en las reuniones con más amigos indudablemente salió el tema a la conversación, cosa que nos incomodaba al principio, pero poco a poco dejó de avergonzarnos. Hablamos en repetidas ocasiones sobre si eso debería repetirse y acordamos que mejor no, ya que nuestra amistad era más importante.
A la fecha seguimos siendo mejores amigos, aunque no puedo negar que hay ocasiones en las que me queda la espinita de si seríamos una gran pareja. Prefiero dejar que el tiempo haga de lo suyo y mientras disfrutar una bonita amistad.
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