No es que seamos exageradas, pero enfrentar una ruptura amorosa nos afecta a nivel emocional y también orgánico.
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Y no es sólo porque en el momento nuestro cuerpo actúa como si percibiera una amenaza, aumentando la adrenalina, acelerando la frecuencia cardíaca, dilatando nuestras pupilas y alistándonos como si fuéramos a luchar; sino porque en los meses posteriores al desenlace amoroso todavía nuestro cuerpo sigue mostrándose resentido.
Sabemos que a nivel psicológico nos sentimos deshechas, porque ¡estemos claras! cuando nos terminan nos sentimos rechazadas y todo ser humano tiene una necesidad innata de aceptación.
El autoestima se ve afectada, nuestro estado de ánimo tiende a caer y la autoevaluación suele ser tan ruda que es imposible que salgamos aprobadas de la situación.
Pero a nivel orgánico, nunca nos imaginamos que una ruptura podría alterar tanto la funcionalidad de nuestro cuerpo, tanto como si fuéramos adictos a las drogas y tuviéramos que luchar con un síndrome de abstinencia.
Y no sólo es que no pensamos con claridad y queremos hacer algo para solucionar la situación, con cierto desespero, sino que también se activan receptores de dolor que no hacen sentir desganados físicamente.
La buena noticia es que estos efectos del cuerpo lo podemos combatir con la medicina, específicamente con el Tylenol (paracetamol o acetaminofén)
Y es que una investigación publicada en el 2010 mostró que el acetaminofén puede reducir la respuesta física y neuronal asociada con el dolor del rechazo social, ya sea por relaciones románticas, amistades o de cualquier otro tipo.
Así que si te duele el corazón, toma un poco de Tylenol, y ayuda a tu organismo a pasar este momento.
