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3 características psicológicas que nos hacen más susceptibles a sentirnos gordas

Esta batalla diaria entre los jeans, el espejo y la comida es desgastante.

¿Te imaginas lo bonito que sería no sentirte gorda un día?

Diciembre es un mes en el que nos dejamos ir, se nos olvida la dieta y luego en enero nos sentimos inmensamente gordas.

Pero esto es algo que nos pasa a todos los humanos, en enero o después de una cena masiva o de haberte comido una bolsa entera de papitas. Sentirte gorda después de comer en exceso es una cosa.

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Pero sentirte gorda todos los días de tu vida es un estado mental mucho más complejo. Y hay una diferencia enorme entre una sensación temporal y un sentimiento permanente, uno que vive todos los días contigo haciendo estragos con tu autoestima.

Bryan Karazsia es profesor de psicología en Wooster y lleva varios años estudiando la percepción corporal. Él asegura

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que existen 3 características psicológicas que hacen que ciertas personas seamos más susceptibles a sentirnos gordas.

Un alto nivel de internalización
Es decir, que somos buenísimas para creer las ideas de otros y adoptarlas como propias. En el contexto de la percepción corporal esto significa que absorbemos de manera más fácil que otras todos esos estereotipos de belleza que nos proponen los medios, nos compramos la idea de que un cuerpo bonito es un cuerpo como el de las modelos de Victoria’s Secret y que los hombres bien hechos son modelos de Abercrombie.

«Cuando internalizas estas ideas, te estás creyendo que la sociedad debe dictar cómo te ves y por consecuencia ahora tú crees que te deberías ver de cierta forma.»

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La capacidad de auto objetivizarte
La segunda característica está muy ligada a la primera y en realidad es una consecuencia de tu habilidad para tragarte las ideas ajenas. Cuando aceptas que son los otros los que pueden dictar la forma en la que debes ser te estás volviendo un objeto, tu cuerpo se convierte en un objeto que debe perfeccionarse o pulirse o, en el peor de los casos, odiarse.

Un alto nivel de neurotismo
O sea, que somos súper sensibles a cualquier cosa que pueda ser tomada de manera equivocada. De alguna manera, nos las ingeniamos para tomar cualquier comentario y volverlo negativo y escucharlo como una crítica, sobre todo cuando está relacionado con nuestro cuerpo y lo que creemos que es nuestra gordura. Y solemos responder con comentarios crueles o pasivo agresivos. ¿Les suena?

El problema es que sentirnos gordas suele ser una profecía satisfactoria. Un estudio publicado el año pasado demostró que los adolescentes de peso promedio que se sentían gordos tenían 40% más probabilidades de volverse adultos obesos.

El mismo patrón aplica en el corto plazo. Si asumimos que nos vamos a levantar sintiéndonos gordas, probablemente comamos más y probablemente nos pongamos más y más gordas.

Entender cómo funciona nuestra cabeza es el primer paso para intentar controlar no sólo la manera en que comemos (porque probablemente ni siquiera estás gorda), sino la forma en la que nos sentimos.

Vivir con este sentimiento de gordura es desgastante, moral y físicamente. Esta batalla diaria entre los jeans, el espejo y la comida se vuelve muy cansado, más si llevas 35 años luchándola.

¿Te imaginas lo bonito que sería no sentirte gorda un día? Sentirte normal… no pelear con la comida ni con los botones ni con tu cabeza. Sería hermoso…

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